jueves, 5 de diciembre de 2019

Lo Que Vendrá III

En poco menos de un mes, Lxs Hijxs de los '90 empezaremos a cumplir 30 años. 
Destaco esto porque, dicen, esa es la edad -y hasta los 45- que tu generación comienza a tener el dominio de las cosas, el control de la situación. Cuando alcanzó la "madurez" tal como para tomar decisiones que cambien o fijen el rumbo. O lo designen, al menos. 

Es extraño el panorama que nos tocó: una gran mayoría atascada en el millenialismo y otra franja pequeña en el centennialismo según el estudio. Caímos en una época donde ya la tendencia a estirar hasta el ridículo la juventud está cada vez más anclada mientras más productos y nostalgia se construyen en base a eso -en el medio, se nos cae el pelo o nos salen canas más rápido-.
Fuimos criadxs bajo el cuento -TODXS- de que somos "especiales" (y por eso hay que entender unicxs. Y no como conjunto, sino cada unx superior a lxs demás) mientras la paja mental del menematto y los dibujos animados más la constante renovación de todas las plataformas de videojuegos nos sacaron un poco de la vereda o la plaza aunque más tarde las hayamos recuperado. Llegamos justo cuando la tecnología se volvía de bolsillo aunque los límites de su revolución aun están en el horizonte. Nos llevamos bien, pero nada quita que otra vuelta de tuerca nos deje chatos frente a lo que venga -a diferencia de quienes nos suceden, que son expertxs.
Crecimos en el medio de fuertes crisis socio-económicas, pero así como la ola vino también se fue y hubo una renovación en la confianza hacia la política que celebro. De no ser por la conciencia social trabajada hace unos años atrás, quién sabe qué podría haber pasado en estas tierras en el actual panorama. 
La cuarta ola -inesperada hace unos 4 años atrás- ya abandonó su adolescencia blanquinegra entendiendo que hay muchos feminismos dentro del feminismo y su amperímetro puede movernos hacia una cultura con otro pensamiento y comportamiento (no lo veremos hasta dentro de unos años). Ojo: donde se modifica la cultura, se puede modificar la economía.

Somos un grupo de personas que vieron crecer las redes sociales en el medio de su adolescencia, lo que llevó a una gran confusión entre las nociones de ego, autoestima, sobreexposición y soledad. Lo mismo la manera de construir vínculos en su interna, que creció a velocidades inimaginadas (mi costado más optimista me sopla que eventualmente sabremos manejar muy bien a futuro cualquier situación comunicativa VISTA el tremendo fogueo que tuvimos). 
A eso se le suma la capacidad de, hipercomunicadxs, acceder a casi cualquier información que querramos. Estamos hiperprofesionalizadxs en un mundo con poderes cada vez más concentrados, brechas más amplias, empleos menos, menos plata y polarizaciones que no le hacen bien a nadie.

Quería marcar eso para desembocar en lo que creo el peor signo de nuestro/s tiempo/s: la ANSIEDAD. Es tremendo lo que marcan las estadísticas respecto a los sentimientos de soledad en el mundo y, la verdad, les doy la razón. No sólo sentimos que nadie nos escucha, que menos nos valoran, sino que al mismo tiempo vemos en esas mismas redes sociales que todxs compartimos la misma sensación y sin embargo no nos podemos ayudar ni sabemos cómo resolverlo (y menos somos tan inteligentes como para dejar esas prácticas venenosas de lado entre nosotrxs). Pero aquí el que no repite la fórmula para zafar, cae. 
Tampoco tenemos la más mínima idea de para dónde ir porque no hay futuro en ningún lado. Las formas de adaptarse siguen siendo las tradicionales, nadie en el medio local se anima a dar el salto (la economía tampoco acompaña), quienes las saben y manejan son pocxs y lxs que las descubren son de casualidad. Florecimos, aquí, en la sociedad con más psicólogxs per cápita del mundo. Hemos tenido una facilidad al acceso de drogas recreativas que asusta y la onda cultural (la música, sobre todo) ayudó poco o nada. La exponenció, a lo sumo. Se ve que nuestra ansiedad y depresión -también- son un gran negocio. 

Conscientes de un mundo globalizado, causas como el medio ambiente y el vegetarianismo son grandes y pisan fuerte pero les falta un montón para concretarse. Quizá seamos un puente -como buen fin de siglo- hacia quienes cierren cuentas por nosotrxs -una lástima, siempre me gustó ser protagonista. 
No sé qué esperar, sinceramente. Hay tantos motivos para ilusionarse como para deprimirse. Por lo pronto, si bien los extremos no son buenos, la ambigüedad de ciertos grises líquidos tampoco está ayudando demasiado.

sábado, 26 de octubre de 2019

Say No More V/ Ten Years Gone II

[Esta es una crónica por los 10 años del Concierto Subacuático. La original, más puber y niñata, también publicada en este blog en su momento, puede verse aquí]

Esto fue más o menos así: lo que primero costó conseguir fueron las entradas. Como no sabía comprarlas, porque nunca lo había hecho (no sabía si era presencial, con tarjeta, dónde o cuándo hacerlo), le pregunté a Ale Henestroza si podía hacerlo por mí -ya que toda su familia iba a ir- para luego pagársela. Aceptó y, faltando una semana, las entradas ya estaban en su poder.

En el medio caían notas desde el exterior donde se daban detalles de gira regreso con pasos previos por Perú y Chile para desembarcar finalmente en Vélez Sársfield para 58° cumpleaños el 23 de Octubre. Las críticas eran buenas o querían ser buenas -lo único que se anhelaba al fin y al cabo era verlo bien y de vuelta de ese infierno de 2007. Un amague se produjo en Luján unas semanas antes, enfrente de la Basílica, con un showcito improvisado de un momento para el otro. No alcanzaba. Hacía unas semanas también había empezado a rotar "Deberías Saber Por qué" en las radios y en la tele, un tema que no pegó pero cuyo video dejaba ver que estaba presente. Gordo e inflado pero VIVO (algunxs bobxs todavía preferían a ese flacucho que se suicidaba en directo). No alcanzaba.


Pero, a falta de un día, el compañero me comunica que no va a poder darme la entrada. Resultaban dos cosas: la primera, él era del turno mañana y yo de la tarde, o sea que entre horario de entrada y salida de cada uno -y nosécuántos pibxs más- era difícil coordinar. Eran épocas de Messenger y mensajes de texto. Si bien era fácil comunicarse, no era tan fácil como ahora. Los mensajes de Windows Live también podía pasarse por alto (WhatsApp no inventó nada). Lo segundo fue que, como al compañero no le iba bien en la cursada, su madre había decidido revender todas las entradas como castigo, incluida la mía. Sí, increíble.


Creo que me enteré de esto por chat, a la noche, y tendría la cara muy desinflada porque en la cena inmediata mi vieja me preguntó qué me pasaba y yo lo conté como al pasar, esperando nada, porque nada se me ocurría esperar (casi no la cuento -ja-, casi digo "no pasa nada" porque en mi cabeza las entradas ya habían volado a la mierda). Yo esperaba una respuesta del estilo "uy, qué paja. Bueno..., ya fue" de su momento. ¡Pero no! En un inesperado giro de los acontecimientos, en uno de los mejores plot twist de mi vida, mi vieja INDIGNADA -porque esa es la palabra- me dice: "No, no, vos vas a conseguir esas entradas". Yo me quedo como "Bueno, está bien... (?)" mirando para todos lados con los ojos abiertos sin saber muy bien qué hacer. Y con toda la seriedad de un adulto, con toda la vehemencia de mami, la señora movió hilos y mi viejo fue al otro día a buscarme la entrada. En ese momento, papá laburaba a 3 cuadras de mi escuela, así que a la mañana pasó a comprarlo y a las 6 de la tarde de ese mismo Viernes me entregó el bendito ticket.


Pero quedaba una aventura más: la del acompañante. Saber con quién iba a ir también es algo que me había encargado de resolver con antelación. También por sugerencia de Madre, había mensajeado a Fla Fiorio, que sabía que iba a ir Seba El Base Pasarín. Hoy con la compañera me une un oficio y con el compañero la militancia en una organización política, pero en ese momento nuestros planetas orbitaban distantes en el Sistema Solar de la Sexta. Winners y Losers nacemos de lados diferentes de la vida y los mismos tratos tenemos, y yo no estuve, no estoy, ni estaré de lado de los primeros. Entonces ya comulgar desde el escalafón social era algo que me daba bastante vergüenza, sentía que iba a incomodar en el ambiente, como cortando la fiesta. El que tiene que estar porque bueno, no queda otra vs. los que siempre sabemos que van a estar y queremos que estén. Pero por supuesto, cortando a todos los fantasmas de mi cabeza, fui bienvenido a acompañar (más tarde nos enteramos que Lau Fiasche también estuvo, gracias al Google-group de la división. Hoy lxs tres forman un estrecho círculo amistoso) 


Hubo sí un problema que me veía venir y quise evitar a toda costa: el cuándo estar dónde. El plan inicial era ir del colegio directo todxs a casa de Fla. Pero las cosas iban a variar, por supuesto: el Base pasaría primero por su choza a pegarse un duchazo y Flavia ya se había marchado a su rancho antes de decirme cómo llegar (yo tampoco le iba a estar atrás). El Base pegó entonces un telefonazo, me anotó la dirección en un papel y le avisó que yo ya estaba yendo para allá. Serían las 6 y media y el recital arrancaba como a las 9, pero porlas... Me fui en el subte con él, Dani y el Gordo, que me dieron indicaciones precisas para llegar más rápido. El metro fue y vino veloz, en la esquina donde me bajé cayó el bondi, cuya parada me dejaba a una cuadra del destino final, donde correctamente descendí. Hasta ahí, 10 puntos.


Y acá..., bueno, calculo que las cosas dan más bronca cuanto mejor pretenden hacerse. Porque cuando llego, en la dirección indicada hay... un garage. Ok, no era por ser prejuicioso, pero jamás había escuchado que Flavia viviese arriba de un estacionamiento. Para colmo, había tres timbres. Toco el primero: nada. El segundo, nada. El tercero, lo mismo. Vuelvo a tocar el primero. Nadie contestaba. Se había hecho de noche y yo no había sabido llegar a donde me habían indicado. Ellas no iban a salir hasta que yo llegara. O sí, en una de esas decían "ya fue, el recital arranca" y se iban a la mierda. Total, la responsabilidad de llegar era la mía, no suya. Y por ahí no se acuerdan, pero así como hoy se acaban los datos, antes se acababa el crédito y NO HAY TUTÍA, si te quedabas sin crédito, cagabas, no podías llamar ni que te llamen ni mensaje ni una mierda. Las recargas automáticas llegaron mucho después. Y yo -no importa cuándo leas esto- estaba sin crédito Y SIN UN MANGO. No podía comprar tarjeta.


Empecé a tocar timbres en casas aledañas: "Hola, ¿esta es la casa de Flavia?" "No" "Mmh, ok, gracias". Pregunté en una y ninguna más porque me daba mucha vergüenza. Pasaba el tiempo y yo sin saber qué hacer divagaba por ahí. En el garage no había nadie. Se me ocurrió ir al kiosco de la esquina, que fue más deprimente aun: de pedo si había dos caramelos y tres puchos. Pero había cabina telefónica. Pagué con monedas. Llamé a mi viejo, que tenía auto, y le expliqué la situación:


- ¡¡Sos un pelotudo!! ¡¡Siempre lo mismo!! -blábláblá otra sarasa de insultos- Bueno, quedate ahí que te busco y te llevo. 


Estaba desalmado. Desanimado, decepcionado. Apelmazado con la situación. No entendía nada. Yo había hecho todo bien, quietito en mi lugar, sin molestar a nadie, había seguido las instrucciones respetado las indicaciones y ahora tenía que esperar hasta quién sabe qué hora y perderme quién sabía cuánto de recital porque NO SABÍA QUÉ CARAJO había salido mal ¡no merecía eso! ¡¡No, en absoluto!! ¡¿Por qué a mí?! ¡¿Qué mierda hice mal?! Y sin embargo, ahí estaba yo: triste, solitario y final, sentado en la esquina pensando cómo fui tan gil cuando escucho de la nada a mi derecha:+


- Hooooooola


Giro.

La compañera.

 - ¡Hola! - dije con esa voz agudita que me sale cuando estoy sorprendido.


Y qué hacés, cómo estás, dónde vivís, etcétera y efectivamente la compañera vivía ahí cerquita en una casa común y corriente -ya me veía subiendo las escaleras de un estacionamiento- por lo que traté de ver qué había fallado. Y, a ver, ¿cómo lo explico? Imaginen el número '3' con su "estante superior" dibujado de una forma tan pero tan chiquitita que parece un '5'. Adjunto una imagen debajo porque sino no se va a entender. Es más fácil verlo que explicarlo. Entonces si, por ejemplo, la casa quedaba al 33, esto me había mandado al 53. O sea, 20 números más adelante. No iba a llegar jamás. Y no es que no haya chequeado el papelito miles de veces, pero posta no se entendía nada, además de estar todo muy oscuro. No había llegado no por mi culpa, sino por un puto papel mal escrito en el apuro. Se pueden imaginar la bronca. Para colmo, lo primero que escucho ni bien entro a la casa es un "Síiii, Patri, quedate tranquila que acá llegó, no hay problema" de la madre de Fla hablando con la mía. No quiero imaginar lo que era el infierno del otro lado del teléfono. 


Al recital fuimos Fla, su hermana, una amiga de ella, el Base y yo. Nos llevaron en auto y al salir creo haber visto el coche de mi viejo en aquella bendita esquina. En fin, no importa. Recogimos al Base en Balvanera y ni bien se sube le pregunto si tenía problemas con su letra. "Sí, mi caligrafía no es muy buena que digamos", me dice. Y yo no soy católico pero me mandé un rosario de puteadas. Por dentro.


Ni bien bajamos nos encontramos con una amiga de ellas en la fila y, como si fuésemos mejores amigxs de toda la vida, nos quedamos ahí. Menos mal, porque la fila se extendía hasta el infinito. Y no se movía, eh, no se movía un carajo hasta que se empiezan a escuchar los primeros acordes d' El Amor Espera y la hilera se transforma de un momento para otro en un tren humano con la locomotora a vapor funcionando a todo motor sin parar. ¡Dale, Bukka!, me gritaban para que me apure. Íbamos encadenadxs corriendo y yo nunca fui rápido. Ni me acuerdo si me revisaron, pero tengo la imagen acá presente de estar entrando a Vélez con toda la marea de gente ya presente gritando y bailando Rap del Exilio y las torres de sonido y las lianas de tela con lo poco que la tormenta dejó preparar a Pichón Baldirú de la puesta en escena. 


Obvio que nos perdimos ni bien dimos dos pasos, pero bueno. Llegué y me fui lo más adelante posible, no sé por qué. Supongo que por la fantasía quinceañera de estar más cerca del ídolo. Con lluvia y anteojos no lo iba a ver bien ni tampoco escuchar mejor, pero no me di cuenta de eso en su momento ni me importaba. No me importaba nada. Quería ver eso, saber cómo era, cómo era eso de los recitales masivos y encuentros esporádicos tremendos y coserme a la memoria uno de los -esperaba yo- mejores momentos de mi vida. Cosechar adolescencia para sembrar alegría. Ya tenía experiencia en campo (Virus, Cerati; 2007) y estadio (Los Fabulosos Cadillacs; 2008) pero nunca las dos cosas conjugadas. Y allí estaba yo, rodeado de unxs hermosxs extrañxs entonando a coro con los brazos en alto No sooooooy un extraño. Ni bien escuché su voz pensé: 'Ufff'. Sí, no iba a ser la voz de Serú Girán -aunque luego haya tocado Llorando en el Espejo ("Una de los viejos tiempos", diría). Y así y todo ahí estaba el loco: cantando, gesticulando, de frac o de punta en blanco con un poncho homenaje a la Negra Sosa, su madrina musical, partida hacía menos de 20 días. "Voy a presentar a la Banda Say No More -arranca la intro de Yendo de la Cama al Living-: Fabián Quintieros, electrónica; ¡Tonio! en la batería; en bajo, Carlitos. En las guitarras, el Negro López y Kiuge. Y la princesa Hilda" da la bienvenida a la troupe -troupe que en realidad son sus amigxs: es una zapada con lxs pibxs en el Estadio de Liniers en vez del comedor de casa. "Ustedes son la otra Banda Say No More", agrega, como si hiciera falta. "Oh-lé-léOh-lá-láSi esto no es aguante,/ el aguante, ¡¿dónde está?!" contesta la masa enardecida. El Aguante, qué irónico. El único disco de donde no sacó temas. De todos los demás, sí. Incluso su proyectos colaborativos: Hablando a tu Corazón, Pasajera en Trance y...


Voy a presentar -dice- a mi ídolo y maestro -y extiende esa mano larga, interminable-: el señor... Luis Alberto Spinetta" y el delirio del público. Ya todxs sabíamos que se veía Rezo por Vos pero la alegría aun así era inconmensurable: los 2 pilares del Rock Argentino juntos en un escenario haciendo uno de los temas sino EL tema que reúne su genialidad conjunta para la horda desenfrenada. En los '80 les habían inventado una rivalidad entre ellxs. Hoy, nada más alejado.

Hay 2 momento que considero claves en esta canción, el absoluto epicentro de este show y encuentro: el primero es alrededor del minuto 02:11, cuando lo mira a Luis y cierra el puño cuando canta, interpretando, cantando, sintiendo esa canción, esa canción en ese puño. Esa potencia, esa fuerza, esa convicción, es ese estar ahí entregándose a toda la música que emana del ambiente en esos relámpagos junto a la magia de un público atronador, es ese "yo" pero también es "todxs nosotrxs", soy ese puño apretado de Charly García que grita "Y lo dejé todopor esta soledad". ¡¡Qué frase, por favor!!¡¡Y en qué momento!! Del show y de su vida, claro. El otro ocurre exactamente en el minuto 04:27, si lo buscan en YouTube, cuando el Flaco (que Charly redujo un poquito a coros) vuelve a cantar: "Rezo, rezo por vos" ahí, templante, definitivo, afinadísimo, como diciendo "acá estoy". Con esa tremenda remera de "Todos fuimos, todos somos, todos podemos ser" de Conduciendo a Conciencia. No hay vez que no escuche esa parte y no se me ponga la piel de gallina, me parece exquisito. Aun no se conocía la noticia de las Bandas Eternas (que sería mes y medio más tarde, mismo lugar) y esto fue un jocoso anticipo que repetirían más tarde el 4 de Diciembre. Lennon te bendiga, Flaco.

Y la lluvia. La lluvia sólo lo hizo más épico todavía. ¡CÓMO LLOVIÓ, LA CONCHA DE DIOS! La última vez que me mojé tanto fue aquella famosa ocasión en la que me metí a una pileta. Quisiera encontrar una metáfora que encaje con la situación y lo englobara todo. El agua, la gente, los ángeles, Dios, no sé, pero la verdad no puedo o no me sale. No puedo porque me excede. Quizás sí Charly pudo hacerlo ya en su momento cuando lo bautizó en vivo: "Este es el primer Concierto Sub-acuático del Mundo. Yo quería hacer música abajo del agua, ¿no? Está buenísimo, gracias". Y, ¿qué querés que te diga? Sí, conozco el dato, pero la verdad estaba para decirle sí a cualquier cosa ese día. Esa noche.


Aunque si lo pienso bien, fue un milagro que nadie muriera electrocutado ese día. Tengo entendido que en aquella ocasión al Zorro Vön Quintiero se le quemaron 3 teclados. "¡¿Qué son, los indios ranqueles?!", preguntó Charly al ver el batallón de pianos eléctricos cubiertos con bolsas de consorcio. Pero ayudó también a que una generación entera, que nunca lo había visto en vivo, se maraville por primera vez con su genialidad auténtica: en el medio de Chipi chipi, el tipo tiró: "Y no te olvides nunca que...: siempre que llovió, paró". Ola de aplausos. E inmediatamente: "¡¡Say No More es impermeable!!". Gritos. Ovación. Qué maestro. Qué bien que estuvo. Fue tan espontáneo. Si se presta atención al audio se puede escuchar una pequeña risita de Hilda Lizarazu que delata perfecto que no estuvo guionado. Fue una ocurrencia sencillísima en el momento justo en el lugar indicado. Pareciera que le estamos aplaudiendo cualquier boludez, pero no. Por todo lo que conté antes, entre expectativa, debut y regreso, se necesitaba una dosis de humor, y se la dio. Estábamos, literalmente, en un cumpleaños. Charly García, señoras y señores. El mito haciéndose carne frente a los ojos y oídos del mundo. La risa y la frase se pueden ver y apreciar en el DVD homónimo que salió más tarde al respecto.


Allí también se puede contemplar la horrenda e innecesaria distancia que curtía el Campo VIP con el general, vallado. Increíble que en Argentina aun no hayamos mandado a la mierda el Campo VIP. El general había salido unos $120 que, en su momento, eran un dinero. "Tirá la valla/ la puta que te parióooo" fue otro de los hits de la hinchada. Curiosamente, en la producción audiovisual no se pueden apreciar ni Adela en el Carrousel, No Me Dejan Salir y No soy... De 'Estoy Verde' en particular, recuerdo una chica subida a hombros agitando una remera a más no poder, como si fuera el último día de su vida. Yo estaba buscando techito, no sé por qué de manera disimulada, debajo de los paraguas. Era como el vigésimo tema y, tengo que reconocerlo, tenía ganas de irme. Pensé en más de un momento mandarme a la tribuna. Tuve que retrocedes en el campo porque ya me habían robado la billetera y casi me pierden una zapatilla. Sí, perdí la virginidad recitalera.


Pero no hubo tormenta, lluvia o tifón que nos parara cuando, después de No Toquen, vimos que aun quedaba el último bis: No se va a Llamar mi Amor. Cuenta la leyenda que Charly ya había entrado a camarines cuando dijo: "Me aburro" y decidió salir a hacer este tema de manera espontánea, casi improvisándolo o zapándolo. La imagen de la multitud volviendo a las corridas a escuchar un tema que apenas si duró un ratito es hermosa. Porque había que estar ahí, no importara cómo ni cuándo. Era una batalla ganada. Los Aliados fuimos (somos) un protagonista más durante toda la noche, bancándonos la que viniera, cantándole el feliz cumpleaños al Mr. ("Bueno..., ¡un año menos!", tiró el hijo de p...) o el final de No Voy en Tren: mediaba la parte de "Yo soy de la Cruz del Sur" y al momento de "¡Soy el que cierra y apaga la luz!" todo el José Amalfitani quedó a oscuras y lxs músicxs en silencio. Pero nosotrxs, firmes como rulo de estatua, como emulando la mejor base del mundo, completando la canción a todo pulmón.


Afortunadamente habíamos quedado con mis colegas en una esquina para encontrarnos a la salida ("Bukka no se va a perder" me pareció escuchar después. Si supieran... No se enteraron mi aventura para llegar hasta hoy). Como el agua dale que te dale, me mandé abajo de un techito, fui el primero en llegar. El auto estacionó en la esquina contraria -pero no de mala leche, sino por falta de lugar- y el primero en verlo fue el Base, que desde allí me localizó y me hizo una seña para que viniera. Un grande: supe que el tipo no sólo logró saltar la valla del Campo VIP sino que además se encontró un brazalete Say No More trucho tirado por ahí. Así también, una grossa la madre de la compañera que tuvo la grandeza de llevarme hasta la puerta de mi casa siendo que yo no vivía cerca de allí y quedábanle aun entre 2 y 3 viajes más con 5 adolescentes empapándole el auto. Si está leyendo esto, que sepa que le agradezco. Pero finalmente llegué a mi casa sano y salvo lo más bien después de una jornada muy extensa habiendo pensado 2 veces que me perdía este flor de concierto. ¿Lo más irónico? Después de tanta agua debajo, encima y todos lados del puente, ni bien pisé mi casa... ¡me pegué una ducha!

lunes, 2 de septiembre de 2019

Say No More IV

-   - Yo milito desde el arte. Voy a las marchas.
La compañera lo fulminó con la mirada. Había escuchado, por enésima vez quizá, la misma excusa de la que se agarra más de un pibe para justificar su accionar. Un rato antes, y sin que nadie más interviniera, la compañera se lo había cruzado al compañero en el ascensor y le preguntó -recriminando- sobre su uso del pañuelo de la Campaña por el Aborto Legal, Seguro y Gratuito atado a su mochila. Esto viene a cuenta de un viejísimo debate.
    El último martes se volvió a presentar, por octava vez consecutiva, el proyecto de ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo (IVE), que congregó una multitud de personas en los alrededores del Congreso de la Nación. Se vio una enorme mayoría de mujeres y cuerpos gestantes encabezando la propuesta. Aunque también se vio una cierta cantidad de varones. Y ahí otro sub-debate se volvió a instalar: ¿deben ir los varones a las marchas feministas?
    En principio, ¿está “mal” estar a favor de la Ley IVE? No. Ahora, ¿está “mal” portar el pañuelo verde siendo varón cisheterosexual, blanco y de clase media? Ahí la respuesta es distinta.
    En realidad, para contestar esa pregunta hay que volver a la madre de todas las batallas: ¿cuál es el rol del varón en el feminismo? La premisa es compleja. Existen, se sabe, muchos feminismos dentro del feminismo. Es coherente, por ende, que haya muchos puntos de vista al respecto. Concretamente en lo que refiere a la militancia día a día, hay un acuerdo general sobre evitar comentarios, conductas y chistes machistas (por ideología propia, no para zafar), además de estar atento al respecto para alertar y/o no compartir contenido del estilo en redes sociales o WhatsApp. Eso sin contar el profundo proceso de deconstrucción personal que, en los papeles, ya debería pasar si es uno consecuente con su pensamiento.
    Pero, ¿y en la vía pública? En marchas o actos oficiales, la cuestión es diferente. Es harto conocida la postura de buena parte de los colectivos que no quieren ni prefieren presencias masculinas en los actos del 8 de marzo o 3 de junio, por ejemplo. Puede haber todas las buenas intenciones, pero teniendo en cuenta el contexto político-cultural en el que la sociedad se ha criado y estamos, el varón aun actúa bajo un contexto que lo favorece, y esa presencia bien puede interpretarse como una apropiación del lugar y circunstancia donde el grupo históricamente perjudicado se está expresando. El hijo del dueño de la fábrica no va a la marcha del sindicato. Eso sin contar que cualquier chica puede encontrarse con algún “machito rescatado” que en algún momento la haya violentado.
    Con el pañuelo ocurre la misma lógica: el reclamo por la legalización del aborto ha sido una bandera históricamente enarbolada por el colectivo de mujeres y transgénero (recordemos, octava vez que se presenta el proyecto). Es, entonces, entre imprudente y soberbio portar un reclamo que no había sido tomado hasta que no hubo una posesión pública y masiva. Ingresar en una lucha donde muchas se han encontrado (y con una intimidad que el colectivo varonil desconoce) es, por lo menos, invasivo.
    Espacios para rehabitar y reflexionar como masculinidades -y de ahí contribuir al feminismo- abundan: desde los talleres dictados por el colectivo de mujeres Mala Junta hasta el Encuentro Latinoamericano de Varones Antipatriarcales (que este año tendrá su octava edición, en Uruguay) donde también diversos talleristas apuntan a deconstruir el mandato masculino, también aportan a un cambio útil. El cambio de roles “tradicionales” también es una estrategia: para el último Encuentro Nacional de Mujeres, realizado el año pasado en Trelew, Chubut, la organización La Poderosa llevó a un par de muchachos para que se encargaran del orden, cocina y cuidado de bebés, a fin de que sus compañeras pudieran ir a todas las reuniones y la marcha general sin tener que ocuparse de algo extra. Dicha decisión fue votada y tomada en asamblea previa.
    Y en lo estrictamente particular, tomar por ejemplo lo que dicen Diana Broggi y Mariel Martínez Cabrera: que los varones busquen “feminizarse”. “Pensamos el feminizarse como el aprender otros patrones culturales y relacionales”, dicen en su Carta a los Varones Desorientados. Feminizarse como el aprender a ver cómo fue tomado el rol de la mujer en una relación y que se puede rescatar y/o modificar de eso a fin de hacerla más sana. Se suma otra voz: “El hombre no tiene que estar ahí para ayudar a las mujeres. No los necesitamos. Necesitamos de espacios separados, sí. Pero el hombre tiene que participar de la lucha contra el mandato de masculinidad por sí mismo, para defender su posibilidad de transformarse en un sujeto pacífico, en un sujeto feliz”. Esta brillante síntesis nace de la boca de Rita Segato, eminencia si las hay dentro del campo del feminismo moderno.
    Las compañeras ya han demostrado que no quieren ni necesitan de presencia varonil en sus filas para tirar abajo el patriarcado. Los “aliados” bien pueden contribuir haciéndose a un costado y ver qué tienen para decir las compañeras sin necesidad de explicar cómo hacer lo que ellas ya estaban construyendo cuando llegaron. Si al final “no están buscando” que los aplaudan o feliciten por un cambio (al fin y al cabo, lo que hay que hacer) no hay necesidad de remarcarse ni llamar la atención.
    A mediados de los años ’90, Charly García sacó un disco/consigna titulado Say No More, donde se desquitó de ciertas críticas y atacó la música desde un costado más experimental, partiendo de todo su background y buscando que nadie le diga cómo hacer algo que él ya sabía hacer. Si bien la traducción literal es “No digas más (nada)”, el concepto significaba, según sus propias palabras, “callate y escuchá”. Esto, salvando las distancias y protagonista, es exactamente lo mismo.

   [Texto originalmente pensado y escrito para una materia de la facultad que me di cuenta encajaba perfecto aquí]

domingo, 25 de agosto de 2019

Años VII

Hoy este blog cumple 10 años. Diez. 

No fue el primero (recordemos a Las Moiras Chamvres, a dúo con mi mejor amigo) pero sí el mío propio, el personal. La sensación y las ganas de decir cosas "importantes" era imperiosa en ese momento y el poder diferenciarme y establecer un límite entre lo que quería ser y lo que me parecía el mundo. También creía que mostrar una parte más "seria" ayudaría a que lxs demás me tomaran un poco en serio. Quería que se descubriera el "genio" que hay en mí (aclaro: esta expresión está hecha con palabras de la época).

Nunca había curtido fotolog porque me parecía la moda que finalmente fue. En MSN te podías comunicar con una sola persona, no daba hacer conversaciones conjuntas y no valía la pena publicar textos en conversaciones o pasarlos por archivo. Facebook aun estaba para boludeces. Faltaba un ratito para que más gente se lo tomara en serio. A Taringa! le tenía miedo (lo consideraba más freaki) y Tumblr nunca me interesó.
El puntapié para comenzar fue gracias a Maru Moretto Fraga, a quien le estaré eternamente agradecido. Maru escribía y escribe como el carajo. Siempre me pregunté de dónde sacaba ciertas imágenes, frases, elementos narrativos que a mí aun hoy y con toda la experiencia encima me siguen pareciendo inalcanzables. Qué prosa, qué poética. A lo largo y ancho de esta existencia se fueron sumando muchas más personas que hicieron respirar a este blog (Atenea, Jussy, Fideo Fassanelli, La Pelicana, Darío Martelotti, Agus Cotic, Jr., etc, etc...), a quienes agradezco un montón. Me ha encantado leerlos y charlarles y criticarlos y que me critiquen y mil cosas más. Este blog sumó muchos elogios. Realmente me creí 'alguien' en la vida de cierta gente. Creía que escribiendo por acá se podía llegar lejos.

Lamentablemente no pasó porque no sé promocionar ni hacer márketing de mis cosas y, además, nadie me sigue en lo que hago, ni mis amigxs. Correrla, entonces, se vuelve un poco más difícil. 
El primer subtítulo fue: "Un blog de Rock", en homenaje al subtítulo "Un programa de Rock" que llevaba el programa "Peter Capusotto y sus Videos", obligatorio para esa época (otro de mis agradecimientos va para Esteban). Esto luego evolucionó a "Tratando de poner los pies sobre la Tierra", porque mi viejo no se cansaba de repetirme en mi infancia: "Leandro, poné los pies sobre la tierra, bajá a tierra". Parece que yo estaba muy distraído en mi mundo y sólo decía/hablaba boludeces. Mucho tiempo más tarde me di cuenta que la realidad me aburre y me asusta y por eso prefería y prefiero mi mundo. Ojalá mi viejo predicara con el ejemplo. La estética rojinegra -que trajo más de un achique de ojos en lxs lectorxs- viene a cuenta de mi obsesión con el concepto "Say No More", de Charly García. Al día de hoy, no tengo ese disco.

En ese momento, me imaginaba escribiendo acá para siempre. Porque creía que los temas para hablar nunca se iban a acabar y siempre iba a tener algo para decir o quejarme y etcétera. Prontamente -en 2012- me di cuenta que los temas se repetían uno tras otro y hablar de una cosa era siempre hablar de lo mismo y me preocupaba. Y escribía que me preocupaba. Otras veces no posteaba porque había ciertas cuestiones cuya problemática desarrollada me parecía una vergüenza, por la falta de profundidad. Como con un contrato con mis lectores que no tenía (lxs lectores, no el contrato). La búsqueda a respuestas para ciertas preguntas han quedado la mayoría en el aire. Nunca llegaron; me las pregunto y me las sigo preguntando. Hay preguntas cuyas soluciones llegan en la falta de respuestas.

Acá publiqué mis primeros análisis de disco (los mismos que al día de hoy sigo encontrando únicos; nunca leí análisis como los míos, hablando únicamente de características de análisis) que luego derivaron en mi entrada en Rock N' Ball, donde aun sigo. Fue el lugar donde más profundice en escritura y periodismo, antes de convencerme que mi camino era el arte y, más precisamente, la música. Por acá pasaron tomas del Nacional Buenos Aires, recitales, lecturas de marchas, todo lo que yo considerase de rango como para postearse acá. Nunca publiqué nada "literario" porque sentía que no era el lugar. Eso lo dejé en Otras Palabras. 

No sé cuánto más voy a sostener el blog, lo cierto es que lo quiero mucho y no lo voy a dejar morir. Todavía siento que puede haber futurxs lectorxs a quienes el leer esto les interese. Incluso a mí, que a veces me encuentro con posteos y hasta con opiniones que no recuerdo. Pero en nombre de la vida y el amor a la vida escribir sigue siendo vivir así que hasta que no lo considere cerrado o no deje de pensar en él aunque sea momentáneamente, no acabará. Hasta siempre.

Say No More.

Un último dato de color: hoy cumple años mi abuela. La madrugada nocturna en la que creé el blog no me había percatado de la fecha. Y es hermoso pensar que un espacio tan querido surgió el mismo día que una de las personas que más apoyó mi amor a la lectura. Así que aguante vos, abu, y aguante escribir y leer por siempre. Feliz Cumpleaños 😊

jueves, 8 de agosto de 2019

Honestidad Brutal II

'Honestidad brutal' es aquel término con el que se suele tachar de desubicada o excesiva a la sincera honestidad con la que unx expresa realmente lo que quiere decir o siente. O sea, se condena a una verdad que busca ser dicha tal cual es, tal y como unx la siente. Unx que encima busca mostrar el respeto que siente por el otrx diciéndole las cosas tal cual cree que son, sin rasgos de hipocresía o eufemismos, es visto de manera violenta por lo que quiere expresar de forma genuina, legítima, sin filtros ni reparos

En otras palabras: sin tener en cuenta al otrx.

La violencia es real pero también es lineal. Eso es lo bueno y lo malo de la misma. Si es lineal no da lugar a grises (no da lugar a profundidad) y si es real es subjetivo (no es total). Y no lo digo por mera corrección política, al contrario. Soy bastante fan de esta llamada "honestidad brutal". Un cierto gusto por el costado más oculto de la gente me empuja a preferir situaciones verbal y emocionalmente violentas porque desnudan una parte del otrx que no se suele ver a diario. Ahí es donde aparece la novedad. Y no hace falta ser periodista o filántropx para verse maravilladx por algo nuevo delante de la máscara producida por quienes vemos a diario. Y si bien es cierto que jugar con estos matices da resultados muy interesantes -a veces-, también da paso a situaciones horribles donde tercerxs (lxs menos cínicxs en cuestión) sufren muchísimo más que el primero. Lo sé porque muchas veces me ha tocado ser ese primero. Pero esa sed de violencia simbólica e implícita no es algo que me aplauda. Es, de hecho, un problema, mío, personal, y me hago cargo. 

La pregunta del millón, entonces, es: si en una discusión o debate conviene siempre asentarse en una postura propia en pos de una independencia emocional mayor o acoplarse a la visión del otrx a fin de poder llegar a un resultado más decente. Y el rol de la honestidad brutal dependerá de la circunstancia en la que unx se halle, el evaluar si desenvolverla o no. Es cierto que muchas veces, si uno no dice las cosas como son (que, remarquemos, es una manera de decir "cómo las siente unx") se corre el riesgo de explotar -y eso escasamente ayuda. Bah, la catarsis generalmente afecta a aquellxs a quienes unx más quiere, porque es delante de ellxs que suele pasar. Y el estallar, producto de emociones no trabajadas en su debido momento, ya implica de antes una visión distorsionada de los acontecimientos. Unx cree que el otrx tiene la misma visión e interpretación de las cosas que unx, aun cuando no lo afectó de la misma manera. Si a esto se le suma la especulación o la imaginación sobre cómo podrían haber sido las cosas, más la ansiedad permanente, lo único en lo que puede desembocar es una redada falsa de hechos con emociones. Si encima esa explosión ocurre cerca de conocidxs, emulará la misma cadena imaginativa hacia el lado contrario (cada quien pensando o imaginando situaciones que no son ni pasaron). Se pierde la base real desde donde abordar la cuestión. 

Pero a veces está bueno estallar. Poco o mucho. Primero, para estar satisfecho con unx mismx (el sabor de la auto-honestidad es lindo) y segundo, para sacarse la mierda de encima. En estas explosiones, unx siente haber dicho toda la verdad, brutalmente honesta. Pero, aparte, haberla dicho de una manera implacable e inapelable. Lamentablemente o no, por lo mismo que dijimos antes, esto  es erróneo. El problema es creer que esa misma sensación de "satisfacción" que corre por unx también corre para lxs demás (al fin y al cabo, ¡¿qué puede ser mejor que decir la verdad tal y como unx la siente?!). Pero, como ya referimos, el encadenamiento al cual lleva esto puede acarrear cosas peores. No digo que explotar esté mal. Digo que no siempre es la mejor solución. 

La supuesta empatía que unx debiera tener va simplemente de acuerdo a la circunstancia en la que cada unx se encuentre. Con quién, en dónde, y tras qué historia mediante. Sin embargo, esto habrá -por supuesto- que desarrollarlo, en vista de que no existe una ganancia de experiencia de un día para el otro. Por eso conviene hacerlo con aquella gente cercana o amiga que mencionábamos antes. Ellxs, de serlo, tienen la cancha y la perspectiva sobre unx tal que pueden entenderle y trabajarle dicha comunicación*. Y luego, si dicho tratamiento -recíproco- funciona, habrá más perspectiva y distancia a la hora de discutir con idiotas o decir cosas importantes a gente de valor.

Siempre y cuando esas mismas amistades no sean las idiotas, ¿no?

*(si antes dijimos que sería perjudicial 'estallar' delante de las mismas y eso hacerles formular toda una base de teorías e interpretaciones que tampoco se corresponden con la realidad, no es porque puedan hacer una cosa y no la otra; es porque el hacer catarsis implica mucha información en muy poco tiempo y con poca posibilidad de hacer una perspectiva de largo alcance de un momento para el otro. Lo que se propone es trabajo progresivo versus trabajo en el momento)