miércoles, 16 de noviembre de 2022

¿Qué ves? II

     Hace un buen par de años, noté que mi falta de conocimiento a nivel películas era horroroso. Me propuse ver más, más seguido, y -lista mediante- logré aumentar considerablemente la cantidad. La pandemia lo profundizó aun más, haciéndome llegar a las 100 pelis por año. Para algunos, mucho; para otros, poco. 

    Toda esta perorata de entrada viene a cuento de que, cuando uno más y más se va adentrando en el mundo del cine, más comienza a cruzarse con la historia, comentarios, críticas, comparaciones, recursos, y demás... Y, si bien eso no te vuelve un experto, ya no ves las cosas de la misma manera, y te empezás a hacer -consecuentemente- un par de preguntas.

    Por ejemplo, una inquietud que viene dándome vueltas hace años en base a esto es: ¿cuánta distancia hay entre lo que veo y lo que efectivamente me están mostrando? Digo, al momento de ver una película, ¿estoy viendo lo que la película propone o estoy viendo lo que quiero ver, lo que yo estoy queriendo o buscando ver? ¿Cuál es la diferencia, dónde está el límite? Es tan grande mi miedo en general a no ver lo que el film me propone, lo que realmente quiere decir de fondo, que muchas veces me privo -sin buscarlo- del disfrute. También es cierto que podría rever aquello que ya vi, pero no acostumbro, jaja. Me juzgo caprichoso en ese sentido, pero no dejo de pensar que donde reveo un film podría estar viendo otro nuevo. A revisar esta conducta, me falta mucho crecer como espectador.

    Ocurre que esto tranquilamente se podría trasladar a la gente con la que me relaciono día a día. Uno elige qué mostrar y qué no, pero nunca en su totalidad. Los errores hablan, el inconsciente habla, el lenguaje corporal habla. Y al mismo tiempo, del otro u otros lados, se decide qué ver, no ver, oír, e incluso hacer con ese material. ¿Cómo se hace, entonces, para ver la película completa de los demás? ¿Cuántos revisionados hace falta para entender a quienes tenemos adelante? Creo que era Kant quien decía que uno nunca llegaba a conocer realmente la esencia de las cosas -y, si bien entiendo la metáfora, no somos "cosas" en este caso, sino sujetos atravesados por el tiempo. Tiempo que para colmo todos atravesamos y sentimos de manera diferente, y cuyos cambios en la vida nos van influyendo gota a gota, hasta hacerse casi imperceptibles en ciertos casos. Con los mismos hay que lidiar día a día primero con uno y luego con cientos de demás. 

    Pensando que uno puede ni va a ser siempre el director o el protagonista de su película -y el montajista, mucho menos- ¿qué relato o acción es creíble en uno o los demás y dónde está el límite para asimilarlo? Reflexionar acerca de todo con el criterio de unx mismx es algo súmamente difícil, puesto que al conocer los colores o grises que tiene la vida en cualquier situación, poder asentar una base o una columna de pensamiento desde la cual pensar por unx mismx con seguridad es harto complicado, pues todo criterio que tenemos siempre será basado en el de alguien, o algo más. Recientemente lo figuré como si unx tuviera un puerta delante abierta donde hay muchas situaciones de todo tipo y colores ocurriendo simultáneamente al punto de no distinguirse exactamente qué está pasando en ninguna de las situaciones y uno, fuera de la misma, como a punto de entrar, pero conectado vía un cable rojo en el ombligo a esta suerte de universo, que se pierde al pasar por la puerta, se difumina. 

    Pero, por fuera de esta puerta, en los alrededores, nada. Todo blanco. Yo no puedo verme a mí mismo allí -aunque asumo que estoy- pero teniendo en cuenta todo lo demás, puedo suponer que sí. De lo contrario sería raro puesto que mi criterio no puede estar conectado a otra cosa sino a un cúmulo de situaciones deriva en la formación de un sujeto (no al revés) -lo que significa que, en todo caso, a muchos otros sujetos le ocurre lo mismo en paralelo, con sus respectivas experiencias e impresiones, análisis y conclusiones. Qué difícil todo, loco. 

    Con el oxígeno de los días, me agrego el pensar que tener no un único criterio sino un pensamiento único (o sea, una misma raíz para todos ellos) sería terminar directamente en la esquizofrenia total, ya que no habría nadie para contradecirnos o, al menos ampliar nuestro punto de vista. Y, como diría un conocido que seguramente esté leyendo esto, la mente acostumbra -¿por instinto de supervivencia?- a elaborarnos escenarios dramáticos y la perspectiva propia de la distancia mental que se ejecuta con el discurso del tercero presente ayuda a apagar varios incendios mentales. La sociedad, ese mal necesario por excelencia. 

    Pensar es como surfear sobre un subibaja. Un acto naturalmente violento con unx mismx pero también con lxs demás. No por malintención, sino por el natural choque y colapso de pequeños universos cognitivos, de donde puede surgir un big bang o un apocalipsis. Depende mucho de la persona que coopte ese choque mental lo que ocurra. Y allí, una vez más, la dependencia de circunstancias, etc, etc como neuronas inquietas haciendo sinapsis entre todas. Lo único que puedo concluir es que, sobre el criterio y la manutención de independencia de criterio y pensamiento, el juez que decidirá o no todo al respecto será el tiempo. Ojalá uno pudiera adelantarse a sus propios juicios en el tiempo. Pero qué debe haber más difícil que saltar la propia pared temporal de uno. ¿Puede uno adelantarse a su propio tiempo? ¿Cómo se hace para ganarle a lo implacable?