lunes, 1 de abril de 2013

Análisis de Discos V: Dark Side of the Moon [segunda parte]


Sin dar más vueltas, pasemos a las canciones. Ponemos el disco e inmediatamente comienza Speak to me [Háblame] y el latido de un corazón. Eso ya es clave, porque por más que el corazón vaya más lento que uno normal, ya está estableciendo un contacto natural y muy vivo con el oyente. Es un corazón que late, algo que cualquiera tiene si está con vida, y que se relaciona con el espectro y la línea verde que ayer mencionamos. Avanza la canción y nos vamos encontrando con voces, sonidos y efectos que aparecerán a lo largo del álbum. Las voces en particular, responden en suma a unas preguntas escritas en tarjetas por el propio Waters, cosa de ponerle más énfasis en el costado humano. Si bien arrancaban con algunas para romper el hielo, luego se complejizarán. Entre otras, figuraban: “¿Cuál es tu color favorito?” [What’s your favourite colour?], “¿Qué pensás del lado oscuro de la luna?” [What do you think of The Dark Side of the Moon?], “¿Le tenés miedo a la muerte?” [Are you afraid of dying?], ¿Cuándo fue la última vez que te pusiste violento [When were you last violent?] junto con ¿Estabas en lo correcto?/¿Tenías razón? [Were you in the right?], ¿Alguna vez pensaste que te estabas volviendo loco? [Do you ever think you’re going mad?] y “Si así fue, ¿porqué? [If so why?].
           
Es a partir de aquí que escuchamos respuestas tales como “He estado loco por muchos putos años, absolutamente años, he estado al borde por ‘yonks’. He estado trabajando mucho para bandas, creo. Caray…” [I’ve been mad for fucking years, absolutely years, I’ve been over the edge for yonks. Been working with bands so long, I think. Crikey...] ó “Siempre he estado loco, sé que he estado loco, como muchos de nosotros lo estamos. Es muy difícil de explicar porqué estás loco, incluso si no lo estás [I've always been mad, I know I've been mad, like the most of us are. It's very hard to explain why you're mad, even if you're not mad][1]. Lo que sería muy coherente es hacernos estas preguntas a nosotros mismos, si estamos locos, si somos, si no, qué es la locura o peor aun, qué es la normalidad.
            En el medio se cuelan risas diabólicas, cajas registradoras, sonidos de helicóptero, y gritos. Está bien, es lógico que alguien pida que le hablen en medio del estrés y la marabunta de todos esos sonidos. Buscar un par, un igual, alguien de quien tomar la mano y hablar el mismo idioma –si bien surgió del pedido en el estudio del experimentado productor de esta obra: Alan Parsons. Originalmente nadie iba a firmar esta canción, hasta que Mason mezcló los sonidos y se lo adjudicó. Dicho tema fue pensado como obertura y así funciona: anticipando lo que vendría.
Lo que se conecta inmediatamente es Breath (in the air) [Respiro (en el aire)], que constituyó un experimento para repetir la misma melodía en canciones consecutivas. Lo cierto es que la melodía se repite a lo largo del tema, pero va haciendo pequeñas pausas, cosa que esta también “respire”. Aunque bien podría tratar de todo lo que se respira en el ambiente: la locura del día a día, el estrés, la rutina, el correr sin cesar, la competencia, el egoísmo. Pero bien podría verse como un track que invita a tomarse un respiro, un momento, a pensar y reflexionar. Por más contradictoria que se presente la letra, lo que hace es mostrar las dos caras del mensaje: que el conejo cave un pozo y al terminar cave otro, abandonar a todos menos a quien te lo sugiere y elegir tu propio lugar, tuyo y de nadie más, que no te lo roben. Pero terminan apareciendo las lecciones de que todo lo que hagamos o no es nuestra vida, y podés estar en la cima de la ola transando con los demás, pero tené cuidado, porque también estás más cerca de la Muerte.
Como todas las letras son de Waters, aquí es donde comienzan a efluir sus ideas. Hasta hora balanceamos un instrumental y un vocal y el mensaje ya comienza a salir a la luz. Es cuestión de seguir escuchando para que los conceptos comiencen a cerrar.
De un salto vamos a On the Run [En carrera], construcción hecha a base de un tecleo en el VCS3. El VCS3 (Voltage Controlled Synthesizer 3 – Sintetizador de Voltage Controlado 3), como sus siglas lo indican, era una clase de sintetizador mediante el cual uno podía, con el teclado de la tapa, programar una melodía y modularla en volumen y rapidez según su antojo. Eso fue exactamente lo que pasó: para ‘Live at Pompeii’ ya había algo hecho, que Gilmour trató incluso de mejorar. Pero llegó el bajista, no le gustó, lo cambió y así quedó.
            La referencia de la canción atiende claramente la paranoia por el día a día que cada uno vive, el desconfiar del otro y más de una vez creer que nos están persiguiendo. Así también, enfoca en lo que es estar constantemente de gira, no perder los aviones y llegar a tiempo a un lugar, algo que Pink Floyd conocía muy bien (se llegaron a contabilizaron más de 400 shows sólo en 1972). De ahí que suenen los pasos, las voces del megáfono del aeropuerto, los efectos de ida y vuelta que van de un parlante a otro y en el medio el corazón que irremediablemente sigue latiendo… También aborda el miedo a volar que la banda iba tomando a medida que viajaba –sobre todo Rick Wright – y finalmente a morir en un accidente aéreo… que es lo que se escucha al final. Cabe destacar que en el demo original se incluían autos de carrera, bocinas, efectos que se apagaban, muchas más corridas y no se incluía la explosión final. Al contrario, se agregó la voz que dice “Live for today, gone tomorrow… that’s me ja ja ja” [Vivir hoy, irse mañana, ese soy yo ja ja ja] lo que abre aun más la idea de vivir hoy como se pueda de la mejor manera posible, aunque suene un tanto macabra la risa final.
Lenta, lentamente se escuchan relojitos… Boom explota la apertura de Time [Tiempo] que parece gritar ‘¡despertate, reaccioná!’ porque el tiempo sigue girando, tu vida también, y nada lo va a detener. Grabada de una relojería y sacado de ‘The Travel Sequence’, esta intro es perfecta para el aire carpe diem [aprovecha el día] de la canción: es cierto que la vida parece larga y ‘bueno, ya habrá tiempo para hacer eso’, pero la verdad es que la vida se va y eso que estás esperando no va a pasar a menos que vos le pongas ganas. El alrededor va a seguir igual, el/la que se va a marchitar sos vos. Y ahí nomás, asomando, se cuela Breathe (reprise); y así como el reloj siempre al principio, la historia se repite y este disco vuelve a la primer canción vocal, en una pequeña reflexión acotándonos lo bueno que es estar sano y seguro en casa (rodeado de los que te quieren). Fue una lección de vida en un poco menos de 7 minutos, mientras se desarrolló un buen sonido guitarrístico – que en los demos originales no aparecían ni tampoco se conectaba con la próxima pieza clave, The Great Gig in the Sky [El gran show en el cielo].
Cuenta la leyenda que los muchachos le dijeron ‘pensá en la Muerte’. Ella desmenuzó su garganta, y mientras los otros 4 quedaban boquiabiertos por lo que oían, ella salió avergonzada del estudio y les dijo ‘Perdón chicos, canté mal’. Se fue y nunca más la volvieron a ver. Esa es la historia de cómo se grabó el orgásmico grito de Clare Torry para esta canción. Obra de Rick Wright, el mismo se encargaba de decir que estaba muy orgulloso de cómo la obra evolucionaba de un Si menor a un Si bemol y aun así encajaba. Sí, definitivamente fue una genial interpretación con aquellos alaridos desaforados, desesperados, pero también sutiles, delicados, casi siniestros; mientras se va armando ese diálogo entre el piano y la batería. La que iba a llamarse “The Mortality Sequence” [La secuencia mortal] y tuvo su nombre final de uno provisorio, claramente quedó mejor que con las escuchas de la radio que inicialmente tenía, y mejor aun con las voces que afirman “... y no tengo miedo a morir, en cualquier momento que pase, no importa. ¿Por qué debería asustarme? No hay razón para eso, en algún momento te tenés que ir” [And I am not frightened of dying, any time will do I don't mind. Why should I be frightened of dying, there's no reason for it you've got to go some time] y “Nunca dije que me diera miedo morir” [I never said I was frightened of Dying].
Comienza la cara B y comienza esa rarísima base armada en 7/8 (¿No es un poco parecida a ‘How many more times’, de Led Zeppelin?). Con sonidos de moneditas y cajas registradoras, fue compuesta en base a un cuenco de alfarería que la mujer del bajista tenía e ir tirando monedas allí. De ahí salió este himno anti-capitalista y anti-sistema que es Money [Dinero], una canción que describe hasta el detalle y la exageración lo que es el afán de comprar y comprar sin medir las consecuencias, pudiéndose llegar al ridículo de comprar un jet o un equipo de futbol – cosa que hoy lamentablemente sucede. Ah!, eso sí, todo por tener, nada para dar al prójimo. Evidentemente la letra mantiene vigencia porque esas cosas de la época para acá no han cambiado nada… y así le va al mundo. Saquen ustedes sus propias conclusiones.
            He aquí que aparecen por primera vez el saxo de Dick Parry y los testimonios que contestan “I certainly was in the right” [Ciertamente estaba en lo correcto] ó “I don’t know, I was very drunk at the time” [No sé, estaba muy borracho en su momento] contestando a las preguntas de las tarjetas antes mencionadas (¿Cuándo fue la última vez que te pusiste violento? ¿Estabas en lo correcto?).
            Curiosamente, esta pieza fue editada como single en los Estados Unidos alcanzando el puesto número 13 en las listas… Contradicciones de la vida.
Lo que sucede a continuación es a mi criterio la mejor canción del disco, que es Us and Them [Nosotros y ellos]. Con una de las letras más interesantes, la misma desarrolla el hecho mismo de las divisiones humanas a partir de un contraste inicial en el primer verso de cada estrofa. Este tema es algo que toca directamente a Waters, ya que su padre murió en la Batalla de Anzio, Italia, en la II Guerra Mundial cuando él tenía apenas 5 meses de vida. Entonces, es muy fuerte la parabólica descripción de cómo una pelea a gran o pequeña escala son sólo decisiones de pocas cabezas pensadas para tener más poder, en tanto que el pueblo es sólo unas fichas del tablero.
            En esta ocasión tanto guitarra como saxo cobran un papel central en la canción, permitiéndose extender una música muy fluida y acorde a lo que la composición va cantando. Es notable como el in crescendo se afianza hasta el final, mediando pausas, como contraste conceptual sonoro.
Grito de por medio saltamos a Any Colour you like [Cualquier color que quieras], lo que libera un poco la mente entre tanto arreglo en un mismo disco – palabra de Mason. Es el único tema donde Roger no metió las narices en la composición, con lo que las ideas fluirán entre las guitarras de David y los teclados de Rick. Pareciera decirnos que, frente a todo lo dicho anteriormente, uno puede elegir el color o matiz que más le calce, volviendo una vez más al concepto de la tapa. También es preciso destacar que para ser el cuarto instrumental (!) está muy bien manejado, sobre todo en el sentido de que ningún instrumento “destaque” por sobre el resto.
Todo esto nos da una gran entrada para Brain Damage [Daño cerebral], pieza clave para la cual hay que remontarse a la historia de Syd Barret. La lírica describe que “and if the band you’re in starts playing different tunes/ I’ll see you on the dark side of the moon” [y si la banda en la que estás empieza a tocar diferentes melodías –que era lo que pasaba con Syd - / te veré en el lado oscuro de la luna]. Esto es tenebroso, ya que si Syd se volvió loco, ¿es ese el lado oscuro de la luna? ¿hemos estado escuchando lo que es el lado “claro” de la luna y nos quieren acercar de a poco al lado oscuro?; ¿por qué es el “lado oscuro”? ¿porque es aquel que nadie quiere ver y la sociedad ignora? Tal vez la llamada ‘locura’ sea un estado superior a la media condición normal humana que jamás entenderemos y por ese mismo motivo no la podemos juzgar. La confusión se agranda cuando escuchamos a alguien que dice “No puedo pensar en nada para decir excepto… que creo que es maravillosa ja ja ja” [I can’t think anything to say except… I think it’s marvellous ja ja ja]. La atmósfera hecha por pocas notas en la guitarra de Gilmour ambienta muy bien y tiene una cierta remisión a ‘Dear Prudence’, de The Beatles – recordemos David es un devoto fan  de los cuatro de Liverpool.
Pero faltaba un tema para cerrar esta obra maestra, y Waters sacó Eclipse de la galera. Una canción armada a partir de varios teclados y una estructura similar en todos los versos. También, en orden de volver a empezar, hay una referencia a la letra de ‘Breathe (in the air)’. Es una gran pieza de cierre, porque va describiendo que todo lo que hagamos, digamos, tengamos, pensemos, actuemos está en sintonía bajo la misma línea, pero… ¿Qué pasa si todo eso está eclipsado? Significa que automáticamente todos pasamos a estar en el lado oscuro, y quienes estaban en ese otro lado, van a parar al lado claro o brillante. Será que en el fondo todos estamos locos, y a quienes discriminamos por estar locos tal vez la tengan mucho más clara que nosotros. Para hacer un cierre todavía más genial, se incluye la frase más increíble posible para la ocasión: de parte de Gerry O’Driscoll, el portero de los estudios Abbey Road, que dijo “No hay lado oscuro de la luna, realmente. De hecho, es toda oscura” [There’s no dark side of the moon, really. Matter of fact is all dark].
            Y es lo mejor que se podría haber selecto –quedó descartada la voz de Paul McCartney – porque rompe con todo lo anteriormente dicho en el disco, y aun así encaja. No hay un lado oscuro, todo es oscuro. Locos, normales, violentos, pacíficos, de izquierda, de derecha, todos dentro de la misma bolsa. Todos en un mundo loco sin escape. Por eso toda la banda canta a coro al final, mientras el corazón otra vez se hace presente para finalizar de una vez esta maravillosa placa.
Cerrando la tapa se continúa el espectro que pasa por un prisma invertido para volver a ser luz. Fue un lindo viaje por el lado oscuro de la luna…
Desde ya que el disco fue un absoluto éxito. Esto puede atribuirse a varias causas: por supuesto la genialidad de las composiciones; pero también creo por la unión entre los cuatro músicos a hacer un disco en conjunto –al revés de las composiciones de Atom Heart Mother -, un equilibrio muy logrado entre temas vocales e instrumentales; una tapa muy llamativa y eficaz, el increíble apoyo de la discográfica en el exterior (teniendo en cuenta la máquina chupasangre que es EMI Records); y porque la opinión pública lo declara como un gran disco para tener sexo. En números fríos: se ha mantenido 763 semanas en el ránking 200 de Billboard y ha vendido más de 50 millones de copias (imagínense si la música no se pudiera descargar). Como curiosidad final, quisiera mencionar el efecto “Dark Side of the Rainbow”, que consiste en poner el disco al mismo tiempo que la película “El Mago de Oz” (1939) y la música va ambientando lo que sucede y describiéndolo también (!) – aunque según los músicos esto no fue más que una coincidencia.
En fin, hemos tenido un viaje sonoro y mental de otras épocas pero inoxidable en el tiempo. Surcando la galaxia del hombre, Pink Floyd nos llevó por todos los rincones humanos relacionados con la vida, la muerte, los miedos, el día a día; demostrando que todo lo dicho y hecho de una forma u otra cierra en un gran y esplendoroso círculo… como la vida misma.




[1] Pido disculpas al lector que no soporta ver las traducciones pero no tengo porqué subestimar a aquellos que no saben inglés

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