lunes, 1 de abril de 2013

Análisis de Discos V: Dark Side of the Moon [primera parte]


¿Por dónde se empieza a hablar de un disco del que ya se habló tanto? ¿Cómo evitar repetirse después de tanto palabrerío a lo largo de los años? Bueno, en principio sería correcto aclarar el porqué de este análisis de este disco en particular, que no es menor; y es porque –suenen bombos y platillos – se cumplieron 40 años de la salida de Dark Side of the Moon, de Pink Floyd. Esta gema, joya única del Rock Universal ha superado casi sin complejos las 4 décadas que le sucedieron y se mantiene inobjetablemente en vigencia – pero este último porqué lo veremos más adelante. Así que, al mismo estilo con el que abordamos ‘In Thought the Out Door’, de Led Zeppelin y ‘Vida’, de Sui Generis, nos abocamos al análisis de esta perla. Lo que sí, trataremos de darle un enfoque nuevo, un tanto más contemporáneo para no quedarnos atrapados en relojes sin sentido.
            Pero antes, situémonos sí en el contexto pasado para entender esto. En Historia general, Inglaterra ya venía con algún que otro problema. Ya durante Enero de 1972 había sucedido el trágico ‘Bloody Sunday’ [Domingo sangriento], donde un grupo de manifestantes que bogaban por los Derechos Civiles en Irlanda del Norte fueron atacados por las Fuerzas Armadas Británicas, dejando un saldo de 14 muertos y más de 30 heridos. En el medio, el primer ministro Edward Heath tuvo que vérselas con numerosas huelgas con numerosas huelgas de empresas estatales (puertos, ferrocarriles); sin embargo se vio beneficiado por la entrada  del Reino Unido a la Comunidad Económica Europea (CEE) y el voto de los ciudadanos de Irlanda del Norte a favor de pertenecer al R.U. en vez de sumarse a Irlanda (es curiosa la historia, ¿no?)
            Por otro lado, si bien 1973 es un año increíble para la música Rock, ‘DSotM’ daría el puntapié inicial para que esto sucediera. En los mismos 12 meses saldrían producciones tales como: ‘Quadrophenia’, de los Who; ‘Selling England by a pound’  [Vendiendo Inglaterra por una libra], de Genesis; ‘Band on the Run’ [Banda en el camino], de Paul McCartney and the Wings; ‘Goats Head Soup’ [Sopa de cabeza de cabra], de The Rolling Stones; ‘Tubular Bells’ [Campanas tubulares], de Mike Oldfield; y ‘Houses of the Holy’, de Led Zeppelin (que en mi opinión se quedaría un poquitín atrás); entre otros grandes discos.
            Ya el año pasado habían aparecido ‘Machine Head’ [Cabeza de máquina], de Deep Purple; ‘The Rise and Fall of Ziggy Stardust and the Spiders from Mars’ [El ascenso y caída de Ziggy Stardust y las Arañas de Marte], David Bowie y ‘Exile on Main Street’ [Exilio en la calle central], de The Rolling Stones, entre otros. Con lo que el panorama general venía subiendo en globo, y Pink Floyd se iba a encargar de ponerle el moño.
            En tanto, la banda inglesa (conformada por David Gilmour en guitarras y voz; Roger Waters en bajo y voz; Richard Wright en teclados y voz; y Nick Mason en batería y percusión) también venía creciendo a grandes pasos. Ya estaban embarcados en la odisea de hacer música interpretado –exitosamente– por un ballet, dirigido por Roland Petit; y su aspiración musical lo había llevado tan alto que habían logrado que una sola canción ocupara toda una cara de su último Lp, ‘Meddle’. Esta canción, que mostraba sintéticamente a dónde apuntaba el conjunto, era ‘Echoes’. Admitido por el propio Gilmour, la misma sumaba todos los arreglos musicales y vocales que querían, sin reparar necesariamente en cuánto duraba el tema o si era apropiado para la radio o no. La misma después sería filmada en la película ‘Pink Floyd at Pompeii’, en vivo en el anfiteatro bajo el Vesubio, dirigido por Adrian Maben.  Floyd ya tenía guardado un cierto respeto y una cierta fama que podían usar sin tener que preocuparse demasiado por las ventas.
            A su vez, se dedicaron a realizar otro Lp –tal vez un poco relegado – denominado ‘Obscured by clouds’. La misma pieza es una banda sonora de la película francesa ‘La Vallée’ [El valle], de Berbet Schroeder (con quien la banda ya había cooperado con la banda de sonido de ‘More’). Esta placa, aunque parezca menor, terminó ejecutando un extraño doble efecto: por un lado, los críticos se las ensañaron con el álbum y los músicos –a tal punto que los propios compositores lo terminaron mirando medio mal –, en cambio el público lo compró de todas formas. Ninguna de las 2 cosas terminaron de caer bien en la banda. En entrevistas a la prensa, David Gilmour se lamentaría comentando que la audiencia a veces está ciega, e igual aplauden un buen que un mal concierto, o compran un buen o un mal disco, impresionados por la fama del grupo, sin análisis crítico, pensando que por ser ellos no pueden hacer nada malo y todo tiene que ser mejor que lo anterior. Esto, aunque parezca colgado, tendrá un importante efecto a futuro. Porque desnudo –quizá por primera vez totalmente – los miedos y las preocupaciones por parte de los artistas. Entretanto, las continuas giras alrededor del mundo seguían, y cualquiera podía sentir el cansancio, la exigencia, las presiones.
            Es entonces que esta combinación de factores se sumaría. Entre la maldición de satisfacer al público, seguir los estatutos del sistema, el panorama nacional e internacional, su situación personal, y el ambiente musical que se desarrollaba iba a re-guiar las ambiciones de los cuatro. Quiero agregar que, frente a lo que vendría, estuvo muy presente la capacidad de Pink Floyd de adaptarse a los tiempos musicales que tenían delante (ya fuera la psicodelia de fines de los ’60; el rock progresivo de los ’70; o el rock/pop de fines de los ’70 y principios de los ’80), porque supieron dar a tiempo el salto necesario hacia una nueva música, sin dejar atrás la que habían hecho, ligados a su último hijo. De aquí en más la historia es conocida: reunidos en la casa de Nick Mason, Roger Waters tomó un anotador y escribió todas aquellas cosas a las que les tenían miedo o estresaban: la muerte, el paso del tiempo, la locura, la necesidad del dinero; para luego desarrollarlas… El resultado haría historia.
Es preciso destacar que, dentro de todo, el año previo a la edición del disco (1972), sucederían bastantes cosas que condicionaron o se relacionaron con el álbum en forma indirecta. Es notable que, pese a anotar las cosas del sistema que le molestaban, todos los Floyd estaban bien en relaciones familiares. Y también que, más allá del mensaje que luego se desarrollaría, Waters más tarde haya declarado que la idea con Dark Side era que se volvieran “ricos y famosos”.
            Pero yendo a lo que atañe directamente; los muchachos lo desarrollarían durante todo 1972, en formato vivo. Es así también que durante este año, más copias piratas para de Pink Floyd hubo. Con lo que es comprensible que si tuvo un buen aceptación en vivo, lo tuviera en formato estudio –podría no haber pasado pero en este caso claramente influyó. La gira durante la cual a priori se presentó fue “Dark Side of the Moon, a piece of assorted lunatics” [El lado oscuro de la Luna, una pieza de variados lunáticos], aunque también varió con el título “Eclipse” –con el que originalmente se iba a llamar el álbum. Curiosamente, al momento de presentarlo a la prensa (Febrero del ’72) a estos no les fue muy novedoso y rápidamente se aburrieron (a veces la distancia entre un periodista de Rock y un músico es tan grande como decir y hacer); algo de lo que se arrepentirían más tarde.
Párrafo aparte, es importantísimo rescatar aquí la cuasi fantasmal presencia de Syd Barret. Nacido Roger Keith Barret, el oriundo de Cambridge había sido el alma y principal compositor, amparado bajo esa gran aura que tenía, según todos los que lo conocieron. Pero esto fue hasta Abril del ’68, cuando un estado mental y de salud general deteriorado comenzó a recabar profundamente en él. Recitales donde estaba totalmente ido y colgado, comportándose extrañamente, y rodeado de gente –no sus compañeros de banda – que le suministraban droga constantemente –sobre todo LSD –, tal vez esperando que por ella al genio le saliera alguna genialidad. Sucedió todo lo contrario. A la larga no sólo Barret se fue, sino que sus 2 álbumes ‘The Madcap laughts’ y ‘Barret’ (en los que colaboraron Roger y Rick) fueron muy criticados… En el Rock hay muchas injusticias, pero como esta, muy pocas.
Volviendo, pasemos de una buena vez al disco. Este, como todos sabemos, se llama “Dark Side of the Moon” ó “El lado oscuro de la Luna”. Pero, ¿qué es el lado oscuro de la luna? ¿Es una contradicción? ¿Es una metáfora? Pensemos en la luna: ese único punto claro en la oscuridad de la noche, esa redonda belleza retratada tantas veces en canciones, poesías y pinturas. Ahora, teniendo en cuenta que el álbum tiene un tinte muy humanista, transfigurémonos nosotros mismos en la luna. Nosotros, rodeados de oscuridad, en un mundo que no te comprende, que no te entiende, que impone reglas, que te hace creer que estás solo. Entonces, si somos nosotros los únicos que brillamos o somos diferentes en este mundo indiferente; significa que, por más que lo evitemos, también tenemos un lado oscuro.
O también podría verse así si en el medio de la oscuridad es el sistema el que aparece como único faro, ofreciéndote vida fácil y felicidad (artificial) en el medio de la rutina diaria, es lógico pensar que tiene un lado oscuro… como finalmente se verá.
(Quisiera agregar como dato de color que este título ya lo había usado otra banda en un álbum , pero al ser un fracaso comercial, se pudo volver a usar sin problemas).
Frente a nosotros, la tapa. Esta corresponde a una gran obra de Storm Thorgerson, trabajador de la mítica firma ‘Hipgnosis’. Para la misma, había tomado consejo del propio Wright que le había dicho de necesitar algo “simple y gráfico”; con lo que se abocó a la tarea concluyendo en siete trabajos, entre los que se encontraban una imagen de ‘Silver Surfer’ [El Surfista Plateado] y la que finalmente quedó (él mismo no recuerda las otras variantes).
Esta idea surge de varios lados: en un principio, el histórico y clásico juego de luces en vivo de Pink Floyd, el cual era cada vez más avanzado. Por otro lado, otra idea que venía trabajando Storm para otro disco, donde proyectaba planetas. Para cerrarla, se fue personalmente a El Cairo, Egipto, a tomar fotos de las pirámides que según él eran una visión cósmica del planeta, pero también una demostración de soberbia, demostración de poder y vanidad. Las fotos aparecen con la luna llena, en una clara referencia a la tapa (lo que logró tras sobornar a los de seguridad).
Aun así, es muy interesante ver cómo incluso en el prisma se puede jugar con la metáfora conceptual del disco. Es el prisma, aquello oscuro pero perfecto a la vista, lo que nos puede desnudar en mil colores distintos, dejando entrever que todo lo que es o se forma de luz, contiene matices. Tal vez el propio disco es el prisma, el que viene a mostrar que aquello que parece perfecto, en realidad está compuesto de mierda. El sistema es así y muchas veces nuestra vida es así. Muchas veces una cosa transforma a la otra para que sea así. Finalmente ese rayo de luz clara es algo más, mucho más de lo que parece.
            Aunque también, no tomando el lado negativo, sea ver un poco más allá de nuestras vidas y ver qué colores la componen. Total, como también muestra el dibujo, no hay en sí blancos o negros –que es la ausencia de luz – sino sencillamente una gama de tonos a respetar, ver y disfrutar. Depende qué cara se mire.
Desde ya que el efecto en la banda fue inmediato. En el estudio 3 de Abbey Road, el diseñador se los presentó al resto de los muchachos que, sin reparar en las demás, se lanzaron contra ella. Vanos e inútiles fueron los intentos del pobre Storm para hacer que vieran el resto, el prisma sencillamente los fascinó; incluso se limitaron a contestar “No nos vamos a fijar, nos tenemos que ir a hacer un disco”. Es que sí, cualquiera que quiera una tapa y no salir en ella, sea el disco que sea, la elegiría. A simple vista es hermosa, cómo algo tan pequeño y simple como un prisma puede hacer ver algo tan bello; juntando luz, oscuridad, y colores al mismo tiempo; mezclando la oscuridad del lado y la claridad de la luna. Waters se encargaría más tarde de hacer seguir el espectro en el interior de dicha placa, con el verde funcionando a ‘beat’ de corazón, en un adelanto de lo que vendría.

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