¿Por
dónde se empieza a hablar de un disco del que ya se habló tanto? ¿Cómo evitar
repetirse después de tanto palabrerío a lo largo de los años? Bueno, en
principio sería correcto aclarar el porqué de este análisis de este disco en
particular, que no es menor; y es porque –suenen bombos y platillos – se cumplieron 40 años de la salida de Dark Side of the Moon, de Pink Floyd. Esta gema, joya única del
Rock Universal ha superado casi sin complejos las 4 décadas que le sucedieron y
se mantiene inobjetablemente en vigencia – pero este último porqué lo veremos
más adelante. Así que, al mismo estilo con el que abordamos ‘In Thought the Out Door’, de Led Zeppelin y ‘Vida’, de Sui Generis,
nos abocamos al análisis de esta perla. Lo que sí, trataremos de darle un
enfoque nuevo, un tanto más contemporáneo para no quedarnos atrapados en
relojes sin sentido.
Pero
antes, situémonos sí en el contexto pasado para entender esto. En Historia
general, Inglaterra ya venía con algún que otro problema. Ya durante Enero de
1972 había sucedido el trágico ‘Bloody
Sunday’ [Domingo sangriento], donde un grupo de manifestantes que bogaban
por los Derechos Civiles en Irlanda del Norte fueron atacados por las Fuerzas Armadas Británicas, dejando un
saldo de 14 muertos y más de 30 heridos. En el medio, el primer ministro Edward Heath tuvo que vérselas con
numerosas huelgas con numerosas huelgas de empresas estatales (puertos,
ferrocarriles); sin embargo se vio beneficiado por la entrada del Reino Unido a la Comunidad Económica
Europea (CEE) y el voto de los ciudadanos de Irlanda del Norte a favor de
pertenecer al R.U. en vez de sumarse a Irlanda (es curiosa la historia, ¿no?)
Por otro lado, si bien 1973 es un
año increíble para la música Rock, ‘DSotM’ daría el puntapié inicial para que
esto sucediera. En los mismos 12 meses saldrían producciones tales como: ‘Quadrophenia’, de los Who; ‘Selling England by a pound’
[Vendiendo Inglaterra por una libra], de Genesis; ‘Band on the Run’
[Banda en el camino], de Paul McCartney
and the Wings; ‘Goats Head Soup’
[Sopa de cabeza de cabra], de The
Rolling Stones; ‘Tubular Bells’
[Campanas tubulares], de Mike Oldfield;
y ‘Houses of the Holy’, de Led Zeppelin (que en mi opinión se
quedaría un poquitín atrás); entre
otros grandes discos.
Ya el año pasado habían aparecido ‘Machine Head’ [Cabeza de máquina], de Deep Purple; ‘The Rise and Fall of Ziggy Stardust and the Spiders from Mars’ [El ascenso y caída de Ziggy Stardust y las Arañas de Marte], David Bowie y ‘Exile on Main Street’ [Exilio en la calle central], de The Rolling Stones, entre otros. Con lo que el panorama general venía subiendo en globo, y Pink Floyd se iba a encargar de ponerle el moño.
Ya el año pasado habían aparecido ‘Machine Head’ [Cabeza de máquina], de Deep Purple; ‘The Rise and Fall of Ziggy Stardust and the Spiders from Mars’ [El ascenso y caída de Ziggy Stardust y las Arañas de Marte], David Bowie y ‘Exile on Main Street’ [Exilio en la calle central], de The Rolling Stones, entre otros. Con lo que el panorama general venía subiendo en globo, y Pink Floyd se iba a encargar de ponerle el moño.
En tanto, la banda inglesa
(conformada por David Gilmour en
guitarras y voz; Roger Waters en
bajo y voz; Richard Wright en
teclados y voz; y Nick Mason en
batería y percusión) también venía creciendo a grandes pasos. Ya estaban
embarcados en la odisea de hacer música interpretado –exitosamente– por un
ballet, dirigido por Roland Petit; y su aspiración musical lo había llevado tan
alto que habían logrado que una sola canción ocupara toda una cara de su último
Lp, ‘Meddle’. Esta canción, que
mostraba sintéticamente a dónde apuntaba el conjunto, era ‘Echoes’. Admitido por el propio Gilmour, la misma sumaba todos los
arreglos musicales y vocales que querían, sin reparar necesariamente en cuánto
duraba el tema o si era apropiado para la radio o no. La misma después sería
filmada en la película ‘Pink Floyd at Pompeii’,
en vivo en el anfiteatro bajo el Vesubio, dirigido por Adrian Maben. Floyd ya tenía guardado un cierto respeto y
una cierta fama que podían usar sin tener que preocuparse demasiado por las
ventas.
A su vez, se dedicaron a realizar
otro Lp –tal vez un poco relegado – denominado ‘Obscured by clouds’. La misma pieza es una banda sonora de la
película francesa ‘La Vallée’ [El
valle], de Berbet Schroeder (con quien la banda ya había cooperado con la banda
de sonido de ‘More’). Esta placa,
aunque parezca menor, terminó ejecutando un extraño doble efecto: por un lado,
los críticos se las ensañaron con el álbum y los músicos –a tal punto que los
propios compositores lo terminaron mirando medio mal –, en cambio el público lo
compró de todas formas. Ninguna de las 2 cosas terminaron de caer bien en la
banda. En entrevistas a la prensa, David Gilmour se lamentaría comentando que
la audiencia a veces está ciega, e igual aplauden un buen que un mal concierto,
o compran un buen o un mal disco, impresionados por la fama del grupo, sin
análisis crítico, pensando que por ser ellos no pueden hacer nada malo y todo
tiene que ser mejor que lo anterior. Esto, aunque parezca colgado, tendrá un
importante efecto a futuro. Porque desnudo –quizá por primera vez totalmente –
los miedos y las preocupaciones por parte de los artistas. Entretanto, las
continuas giras alrededor del mundo seguían, y cualquiera podía sentir el
cansancio, la exigencia, las presiones.
Es entonces que esta combinación de
factores se sumaría. Entre la maldición de satisfacer al público, seguir los
estatutos del sistema, el panorama nacional e internacional, su situación
personal, y el ambiente musical que se desarrollaba iba a re-guiar las
ambiciones de los cuatro. Quiero agregar que, frente a lo que vendría, estuvo muy presente la capacidad de Pink Floyd
de adaptarse a los tiempos musicales que tenían delante (ya fuera la psicodelia
de fines de los ’60; el rock progresivo de los ’70; o el rock/pop de fines de
los ’70 y principios de los ’80), porque supieron dar a tiempo el salto
necesario hacia una nueva música, sin dejar atrás la que habían hecho, ligados
a su último hijo. De aquí en más la historia es conocida: reunidos en la casa
de Nick Mason, Roger Waters tomó un anotador y escribió todas aquellas cosas a
las que les tenían miedo o estresaban: la muerte, el paso del tiempo, la
locura, la necesidad del dinero; para luego desarrollarlas… El resultado haría
historia.
Es
preciso destacar que, dentro de todo, el año previo a la edición del disco
(1972), sucederían bastantes cosas que condicionaron o se relacionaron con el
álbum en forma indirecta. Es notable que, pese a anotar las cosas del sistema
que le molestaban, todos los Floyd estaban bien en relaciones familiares. Y
también que, más allá del mensaje que luego se desarrollaría, Waters más tarde
haya declarado que la idea con Dark Side
era que se volvieran “ricos y famosos”.
Pero yendo a lo que atañe directamente; los muchachos lo desarrollarían durante todo 1972, en formato vivo. Es así también que durante este año, más copias piratas para de Pink Floyd hubo. Con lo que es comprensible que si tuvo un buen aceptación en vivo, lo tuviera en formato estudio –podría no haber pasado pero en este caso claramente influyó. La gira durante la cual a priori se presentó fue “Dark Side of the Moon, a piece of assorted lunatics” [El lado oscuro de la Luna, una pieza de variados lunáticos], aunque también varió con el título “Eclipse” –con el que originalmente se iba a llamar el álbum. Curiosamente, al momento de presentarlo a la prensa (Febrero del ’72) a estos no les fue muy novedoso y rápidamente se aburrieron (a veces la distancia entre un periodista de Rock y un músico es tan grande como decir y hacer); algo de lo que se arrepentirían más tarde.
Pero yendo a lo que atañe directamente; los muchachos lo desarrollarían durante todo 1972, en formato vivo. Es así también que durante este año, más copias piratas para de Pink Floyd hubo. Con lo que es comprensible que si tuvo un buen aceptación en vivo, lo tuviera en formato estudio –podría no haber pasado pero en este caso claramente influyó. La gira durante la cual a priori se presentó fue “Dark Side of the Moon, a piece of assorted lunatics” [El lado oscuro de la Luna, una pieza de variados lunáticos], aunque también varió con el título “Eclipse” –con el que originalmente se iba a llamar el álbum. Curiosamente, al momento de presentarlo a la prensa (Febrero del ’72) a estos no les fue muy novedoso y rápidamente se aburrieron (a veces la distancia entre un periodista de Rock y un músico es tan grande como decir y hacer); algo de lo que se arrepentirían más tarde.
Párrafo
aparte, es importantísimo rescatar aquí la cuasi fantasmal presencia de Syd Barret. Nacido Roger Keith Barret,
el oriundo de Cambridge había sido el alma y principal compositor, amparado
bajo esa gran aura que tenía, según todos
los que lo conocieron. Pero esto fue hasta Abril del ’68, cuando un estado
mental y de salud general deteriorado comenzó a recabar profundamente en él.
Recitales donde estaba totalmente ido y colgado, comportándose extrañamente, y
rodeado de gente –no sus compañeros de banda – que le suministraban droga
constantemente –sobre todo LSD –, tal vez esperando que por ella al genio le
saliera alguna genialidad. Sucedió todo lo contrario. A la larga no sólo Barret
se fue, sino que sus 2 álbumes ‘The
Madcap laughts’ y ‘Barret’ (en
los que colaboraron Roger y Rick) fueron muy criticados… En el Rock hay muchas
injusticias, pero como esta, muy pocas.
Volviendo,
pasemos de una buena vez al disco. Este, como todos sabemos, se llama “Dark
Side of the Moon” ó “El lado oscuro de la Luna”. Pero, ¿qué es el lado oscuro
de la luna? ¿Es una contradicción? ¿Es una metáfora? Pensemos en la luna: ese
único punto claro en la oscuridad de la noche, esa redonda belleza retratada
tantas veces en canciones, poesías y pinturas. Ahora, teniendo en cuenta que el
álbum tiene un tinte muy humanista, transfigurémonos nosotros mismos en la
luna. Nosotros, rodeados de oscuridad, en un mundo que no te comprende, que no
te entiende, que impone reglas, que te
hace creer que estás solo. Entonces, si somos nosotros los únicos que
brillamos o somos diferentes en este mundo indiferente; significa que, por más
que lo evitemos, también tenemos un lado oscuro.
O también podría verse así si en el medio de la oscuridad es el sistema el que aparece como único faro, ofreciéndote vida fácil y felicidad (artificial) en el medio de la rutina diaria, es lógico pensar que tiene un lado oscuro… como finalmente se verá.
(Quisiera agregar como dato de color que este título ya lo había usado otra banda en un álbum , pero al ser un fracaso comercial, se pudo volver a usar sin problemas).
O también podría verse así si en el medio de la oscuridad es el sistema el que aparece como único faro, ofreciéndote vida fácil y felicidad (artificial) en el medio de la rutina diaria, es lógico pensar que tiene un lado oscuro… como finalmente se verá.
(Quisiera agregar como dato de color que este título ya lo había usado otra banda en un álbum , pero al ser un fracaso comercial, se pudo volver a usar sin problemas).
Frente
a nosotros, la tapa. Esta corresponde a una gran
obra de Storm Thorgerson, trabajador
de la mítica firma ‘Hipgnosis’. Para
la misma, había tomado consejo del propio Wright que le había dicho de
necesitar algo “simple y gráfico”;
con lo que se abocó a la tarea concluyendo en siete trabajos, entre los que se
encontraban una imagen de ‘Silver Surfer’
[El Surfista Plateado] y la que finalmente quedó (él mismo no recuerda las
otras variantes).
Esta
idea surge de varios lados: en un principio, el histórico y clásico juego de
luces en vivo de Pink Floyd, el cual era cada vez más avanzado. Por otro lado,
otra idea que venía trabajando Storm para otro disco, donde proyectaba
planetas. Para cerrarla, se fue personalmente a El Cairo, Egipto, a tomar fotos
de las pirámides que según él eran una visión cósmica del planeta, pero también
una demostración de soberbia, demostración de poder y vanidad. Las fotos
aparecen con la luna llena, en una clara referencia a la tapa (lo que logró
tras sobornar a los de seguridad).
Aun
así, es muy interesante ver cómo incluso en el prisma se puede jugar con la
metáfora conceptual del disco. Es el prisma, aquello oscuro pero perfecto a la
vista, lo que nos puede desnudar en mil colores distintos, dejando entrever que
todo lo que es o se forma de luz, contiene matices. Tal vez el propio disco es
el prisma, el que viene a mostrar que aquello que parece perfecto, en realidad
está compuesto de mierda. El sistema es así y muchas veces nuestra vida es así.
Muchas veces una cosa transforma a la otra para que sea así. Finalmente ese
rayo de luz clara es algo más, mucho más de lo que parece.
Aunque también, no tomando el lado negativo, sea ver un poco más allá de nuestras vidas y ver qué colores la componen. Total, como también muestra el dibujo, no hay en sí blancos o negros –que es la ausencia de luz – sino sencillamente una gama de tonos a respetar, ver y disfrutar. Depende qué cara se mire.
Aunque también, no tomando el lado negativo, sea ver un poco más allá de nuestras vidas y ver qué colores la componen. Total, como también muestra el dibujo, no hay en sí blancos o negros –que es la ausencia de luz – sino sencillamente una gama de tonos a respetar, ver y disfrutar. Depende qué cara se mire.
Desde
ya que el efecto en la banda fue inmediato. En el estudio 3 de Abbey Road, el
diseñador se los presentó al resto de los muchachos que, sin reparar en las
demás, se lanzaron contra ella. Vanos e inútiles fueron los intentos del pobre
Storm para hacer que vieran el resto, el prisma sencillamente los fascinó;
incluso se limitaron a contestar “No nos vamos a fijar, nos tenemos que ir a
hacer un disco”. Es que sí, cualquiera que quiera una tapa y no salir en ella,
sea el disco que sea, la elegiría. A simple vista es hermosa, cómo algo tan
pequeño y simple como un prisma puede hacer ver algo tan bello; juntando luz,
oscuridad, y colores al mismo tiempo; mezclando la oscuridad del lado y la
claridad de la luna. Waters se encargaría más tarde de hacer seguir el espectro
en el interior de dicha placa, con el verde funcionando a ‘beat’ de corazón, en
un adelanto de lo que vendría.
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