jueves, 3 de marzo de 2011

La Lengua Popular

El poeta fértil abre la puerta y entra y se acuesta y se duerme y sueña. Sueña - mecido por el arrullo de una sierra eléctrica - no en blanco sino en colores.
Y no en colores que todos conocemos sino en las tonalidades propias que tienen las canciones.
Y no en las canciones de cualquiera o cualquier canción, sino en las canciones que lame y besa y jura y seduce y dice la verdad (nada mas que la verdad) y miente (pero con sinceridad y solo cuando no queda otra opción) y sonríe entre dientes y labios. La Lengua Popular.
¿Y como es la lengua popular? ¿Como describirla?
No es fácil, pero es posible.
Y, muy de vez en cuando, como aquí y ahora, hasta se la puede ver, oyéndola, a lo largo y ancho de 12 colores.
Doce colores carnavalescos donde bailan los amigos muertos con las musas reencontradas y los minibares ofrecen corazones y espumosos gin - tonics orilleros. Y después - sexy y barrigón, luego de darse una vuelta por los comedores del afuera - se experimenta el humilde orgullo y el valeroso miedo de volver a casa, a tener un lugar donde regresar. Y de saberse, en el cielo y en el suelo, feliz prisionero de una de las cosas que representa la mitad de ese amor ajeno que completa y complementa a la otra mitad: la mitad del amor propio.
Es, claro, un buen sueño. Un sueño realizado.
El sueño del salmón que ha regresado al punto de partida luego de haber dado la vuelta al mundo.
Con extrema limpieza y con sinceridad bestial - por fin, regocijémonos - aquel "Nadie sale vivo de aquí" se transforma y muta, tantos años después, por fin, en un "Todos entran vivos acá".
Y, por supuesto, cuando el poeta fértil despertó, la lengua popular todavía estaba allí.

"Con Lengua", texto de Rodrigo Fresán, encontrado dentro del (lindo) disco "La Lengua Popular", de Andrés Calamaro

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