jueves, 11 de abril de 2013

Mejor No hablar de ciertas cosas

Tal vez parezca que este post va en contra de toda la filosofía de este blog, pero es en realidad un complemento. Generalmente opto por hablar de todo, por la sencilla razón de que no creo que haya tema que no merezca ser tocado, pero como sabemos ningún extremo es bueno.
Básicamente los temas que considero que "no se deben tocar" son aquellos que en realidad nos superan o no estamos conectados o no tenemos los suficientes conocimientos para hablar al respecto. O sea, los tocamos, pero no los tocamos todos.
Dos ejemplos: el primero que se me ocurre es el de la pena de muerte, más conocida como "el que mata tiene que morir". Este escrito, de hecho, fue inicialmente pensado para expresar mi opinión respecto a ese tema pero me detuve al pensar que 'dolor contra dolor no se puede combatir' y que no sé qué pasaría, si cambiaría la misma o no, en caso de que alguien cercano a mi sufriera algo como eso -esperemos que no. A lo que voy es que podría pasar que lo que pienso pudiera cambiar en caso de que algo así sucediera, y sacar conclusiones desde la bronca e impotencia podría nublar mi juicio. Por eso, a quienes -afortunadamente- no nos ocurrió una desgracia de ese tipo llamo a que nos callemos respecto a eso, porque al no estar en la piel de los que les pasó, seguramente no sabremos de qué carajo estamos hablando.
Otro caso es el tema del aborto: en este llamaría a silencio incluso a todos los varones, a lo sumo los únicos exentos en esto serían los médicos. Porque, a ver, los hombres no tenemos ni la menor idea de lo que es sufrir las menstruaciones, más tarde la menopausia, el llevar un pequeño humano (!) adentro de la panza 9 meses y un largo etcétera; con lo que creo que lo último que nos corresponde es opinar al respecto. Es obvio que fue necesario para que tal criatura se formara, pero en caso de representar algún peligro, sí creo que la mujer debería tener la última palabra. Ojo, estoy hablando de abortar en tanto "bien o mal" (rescato mucho las comillas), no del derecho a abortar con el que estoy completamente de acuerdo.
Insisto, no es que mande a callar para que no se escuchen otras voces, de hecho es para restar opiniones idiotas que no aportan nada esta idea. No significa que no haya gente con la cabeza suficientemente abierta como para tirar la solución acertada en ambos casos por más que no se relacione, pero la historia se cansó de mostrar que nunca ocupan los principales micrófonos. Por eso, frente a todo lo que no sabemos y otros sí, guardemos un respetuoso silencio.

jueves, 4 de abril de 2013

La Mosca y la Sopa


Tratando de lucirse, un chancho puede comer un jamón (siempre revelamos a lo que estamos sometidos).
La mosca está en la sopa... aceptémoslo.
Sentados a la mesa servida están  nuestros héroes. Esos tres bombones que creen que arman un gran cacao. Esos que han ganado reputación garcias a los papeles duros y los muñecos vudú de este sociedad espectáculo. 
El primero de los comensales rechaza de pleno el plato. El segundo quita la mosca del plato y toma la sopa. El tercero exprime la mosca dentro del plato hasta la última gotita y luego la come con fruición. 
Mientras tanto, lenta, muy lentamente, se les mete la muerte por donde los monos se meten la manzana. 
Queridos amigos, la franela no es como la gamuza. Puede que alguna de estas noches no nos encontremos aquí ya. Puede ser cualquiera de nosotros el que se va al pasado. Allí, un chimpancé viejito atiza el fogón.
Se llama Adán y es tu gran papito, ese mono que ríe, despacito, en la oscuridad.
Allí, y para siempre, aprendimos que ciertos fuegos no se encienden frotando dos palitos.

Texto encontrado en el interior del disco "La Mosca y la Sopa", de Patricio Rey y su Redonditos de Ricota

lunes, 1 de abril de 2013

Análisis de Discos V: Dark Side of the Moon [segunda parte]


Sin dar más vueltas, pasemos a las canciones. Ponemos el disco e inmediatamente comienza Speak to me [Háblame] y el latido de un corazón. Eso ya es clave, porque por más que el corazón vaya más lento que uno normal, ya está estableciendo un contacto natural y muy vivo con el oyente. Es un corazón que late, algo que cualquiera tiene si está con vida, y que se relaciona con el espectro y la línea verde que ayer mencionamos. Avanza la canción y nos vamos encontrando con voces, sonidos y efectos que aparecerán a lo largo del álbum. Las voces en particular, responden en suma a unas preguntas escritas en tarjetas por el propio Waters, cosa de ponerle más énfasis en el costado humano. Si bien arrancaban con algunas para romper el hielo, luego se complejizarán. Entre otras, figuraban: “¿Cuál es tu color favorito?” [What’s your favourite colour?], “¿Qué pensás del lado oscuro de la luna?” [What do you think of The Dark Side of the Moon?], “¿Le tenés miedo a la muerte?” [Are you afraid of dying?], ¿Cuándo fue la última vez que te pusiste violento [When were you last violent?] junto con ¿Estabas en lo correcto?/¿Tenías razón? [Were you in the right?], ¿Alguna vez pensaste que te estabas volviendo loco? [Do you ever think you’re going mad?] y “Si así fue, ¿porqué? [If so why?].
           
Es a partir de aquí que escuchamos respuestas tales como “He estado loco por muchos putos años, absolutamente años, he estado al borde por ‘yonks’. He estado trabajando mucho para bandas, creo. Caray…” [I’ve been mad for fucking years, absolutely years, I’ve been over the edge for yonks. Been working with bands so long, I think. Crikey...] ó “Siempre he estado loco, sé que he estado loco, como muchos de nosotros lo estamos. Es muy difícil de explicar porqué estás loco, incluso si no lo estás [I've always been mad, I know I've been mad, like the most of us are. It's very hard to explain why you're mad, even if you're not mad][1]. Lo que sería muy coherente es hacernos estas preguntas a nosotros mismos, si estamos locos, si somos, si no, qué es la locura o peor aun, qué es la normalidad.
            En el medio se cuelan risas diabólicas, cajas registradoras, sonidos de helicóptero, y gritos. Está bien, es lógico que alguien pida que le hablen en medio del estrés y la marabunta de todos esos sonidos. Buscar un par, un igual, alguien de quien tomar la mano y hablar el mismo idioma –si bien surgió del pedido en el estudio del experimentado productor de esta obra: Alan Parsons. Originalmente nadie iba a firmar esta canción, hasta que Mason mezcló los sonidos y se lo adjudicó. Dicho tema fue pensado como obertura y así funciona: anticipando lo que vendría.
Lo que se conecta inmediatamente es Breath (in the air) [Respiro (en el aire)], que constituyó un experimento para repetir la misma melodía en canciones consecutivas. Lo cierto es que la melodía se repite a lo largo del tema, pero va haciendo pequeñas pausas, cosa que esta también “respire”. Aunque bien podría tratar de todo lo que se respira en el ambiente: la locura del día a día, el estrés, la rutina, el correr sin cesar, la competencia, el egoísmo. Pero bien podría verse como un track que invita a tomarse un respiro, un momento, a pensar y reflexionar. Por más contradictoria que se presente la letra, lo que hace es mostrar las dos caras del mensaje: que el conejo cave un pozo y al terminar cave otro, abandonar a todos menos a quien te lo sugiere y elegir tu propio lugar, tuyo y de nadie más, que no te lo roben. Pero terminan apareciendo las lecciones de que todo lo que hagamos o no es nuestra vida, y podés estar en la cima de la ola transando con los demás, pero tené cuidado, porque también estás más cerca de la Muerte.
Como todas las letras son de Waters, aquí es donde comienzan a efluir sus ideas. Hasta hora balanceamos un instrumental y un vocal y el mensaje ya comienza a salir a la luz. Es cuestión de seguir escuchando para que los conceptos comiencen a cerrar.
De un salto vamos a On the Run [En carrera], construcción hecha a base de un tecleo en el VCS3. El VCS3 (Voltage Controlled Synthesizer 3 – Sintetizador de Voltage Controlado 3), como sus siglas lo indican, era una clase de sintetizador mediante el cual uno podía, con el teclado de la tapa, programar una melodía y modularla en volumen y rapidez según su antojo. Eso fue exactamente lo que pasó: para ‘Live at Pompeii’ ya había algo hecho, que Gilmour trató incluso de mejorar. Pero llegó el bajista, no le gustó, lo cambió y así quedó.
            La referencia de la canción atiende claramente la paranoia por el día a día que cada uno vive, el desconfiar del otro y más de una vez creer que nos están persiguiendo. Así también, enfoca en lo que es estar constantemente de gira, no perder los aviones y llegar a tiempo a un lugar, algo que Pink Floyd conocía muy bien (se llegaron a contabilizaron más de 400 shows sólo en 1972). De ahí que suenen los pasos, las voces del megáfono del aeropuerto, los efectos de ida y vuelta que van de un parlante a otro y en el medio el corazón que irremediablemente sigue latiendo… También aborda el miedo a volar que la banda iba tomando a medida que viajaba –sobre todo Rick Wright – y finalmente a morir en un accidente aéreo… que es lo que se escucha al final. Cabe destacar que en el demo original se incluían autos de carrera, bocinas, efectos que se apagaban, muchas más corridas y no se incluía la explosión final. Al contrario, se agregó la voz que dice “Live for today, gone tomorrow… that’s me ja ja ja” [Vivir hoy, irse mañana, ese soy yo ja ja ja] lo que abre aun más la idea de vivir hoy como se pueda de la mejor manera posible, aunque suene un tanto macabra la risa final.
Lenta, lentamente se escuchan relojitos… Boom explota la apertura de Time [Tiempo] que parece gritar ‘¡despertate, reaccioná!’ porque el tiempo sigue girando, tu vida también, y nada lo va a detener. Grabada de una relojería y sacado de ‘The Travel Sequence’, esta intro es perfecta para el aire carpe diem [aprovecha el día] de la canción: es cierto que la vida parece larga y ‘bueno, ya habrá tiempo para hacer eso’, pero la verdad es que la vida se va y eso que estás esperando no va a pasar a menos que vos le pongas ganas. El alrededor va a seguir igual, el/la que se va a marchitar sos vos. Y ahí nomás, asomando, se cuela Breathe (reprise); y así como el reloj siempre al principio, la historia se repite y este disco vuelve a la primer canción vocal, en una pequeña reflexión acotándonos lo bueno que es estar sano y seguro en casa (rodeado de los que te quieren). Fue una lección de vida en un poco menos de 7 minutos, mientras se desarrolló un buen sonido guitarrístico – que en los demos originales no aparecían ni tampoco se conectaba con la próxima pieza clave, The Great Gig in the Sky [El gran show en el cielo].
Cuenta la leyenda que los muchachos le dijeron ‘pensá en la Muerte’. Ella desmenuzó su garganta, y mientras los otros 4 quedaban boquiabiertos por lo que oían, ella salió avergonzada del estudio y les dijo ‘Perdón chicos, canté mal’. Se fue y nunca más la volvieron a ver. Esa es la historia de cómo se grabó el orgásmico grito de Clare Torry para esta canción. Obra de Rick Wright, el mismo se encargaba de decir que estaba muy orgulloso de cómo la obra evolucionaba de un Si menor a un Si bemol y aun así encajaba. Sí, definitivamente fue una genial interpretación con aquellos alaridos desaforados, desesperados, pero también sutiles, delicados, casi siniestros; mientras se va armando ese diálogo entre el piano y la batería. La que iba a llamarse “The Mortality Sequence” [La secuencia mortal] y tuvo su nombre final de uno provisorio, claramente quedó mejor que con las escuchas de la radio que inicialmente tenía, y mejor aun con las voces que afirman “... y no tengo miedo a morir, en cualquier momento que pase, no importa. ¿Por qué debería asustarme? No hay razón para eso, en algún momento te tenés que ir” [And I am not frightened of dying, any time will do I don't mind. Why should I be frightened of dying, there's no reason for it you've got to go some time] y “Nunca dije que me diera miedo morir” [I never said I was frightened of Dying].
Comienza la cara B y comienza esa rarísima base armada en 7/8 (¿No es un poco parecida a ‘How many more times’, de Led Zeppelin?). Con sonidos de moneditas y cajas registradoras, fue compuesta en base a un cuenco de alfarería que la mujer del bajista tenía e ir tirando monedas allí. De ahí salió este himno anti-capitalista y anti-sistema que es Money [Dinero], una canción que describe hasta el detalle y la exageración lo que es el afán de comprar y comprar sin medir las consecuencias, pudiéndose llegar al ridículo de comprar un jet o un equipo de futbol – cosa que hoy lamentablemente sucede. Ah!, eso sí, todo por tener, nada para dar al prójimo. Evidentemente la letra mantiene vigencia porque esas cosas de la época para acá no han cambiado nada… y así le va al mundo. Saquen ustedes sus propias conclusiones.
            He aquí que aparecen por primera vez el saxo de Dick Parry y los testimonios que contestan “I certainly was in the right” [Ciertamente estaba en lo correcto] ó “I don’t know, I was very drunk at the time” [No sé, estaba muy borracho en su momento] contestando a las preguntas de las tarjetas antes mencionadas (¿Cuándo fue la última vez que te pusiste violento? ¿Estabas en lo correcto?).
            Curiosamente, esta pieza fue editada como single en los Estados Unidos alcanzando el puesto número 13 en las listas… Contradicciones de la vida.
Lo que sucede a continuación es a mi criterio la mejor canción del disco, que es Us and Them [Nosotros y ellos]. Con una de las letras más interesantes, la misma desarrolla el hecho mismo de las divisiones humanas a partir de un contraste inicial en el primer verso de cada estrofa. Este tema es algo que toca directamente a Waters, ya que su padre murió en la Batalla de Anzio, Italia, en la II Guerra Mundial cuando él tenía apenas 5 meses de vida. Entonces, es muy fuerte la parabólica descripción de cómo una pelea a gran o pequeña escala son sólo decisiones de pocas cabezas pensadas para tener más poder, en tanto que el pueblo es sólo unas fichas del tablero.
            En esta ocasión tanto guitarra como saxo cobran un papel central en la canción, permitiéndose extender una música muy fluida y acorde a lo que la composición va cantando. Es notable como el in crescendo se afianza hasta el final, mediando pausas, como contraste conceptual sonoro.
Grito de por medio saltamos a Any Colour you like [Cualquier color que quieras], lo que libera un poco la mente entre tanto arreglo en un mismo disco – palabra de Mason. Es el único tema donde Roger no metió las narices en la composición, con lo que las ideas fluirán entre las guitarras de David y los teclados de Rick. Pareciera decirnos que, frente a todo lo dicho anteriormente, uno puede elegir el color o matiz que más le calce, volviendo una vez más al concepto de la tapa. También es preciso destacar que para ser el cuarto instrumental (!) está muy bien manejado, sobre todo en el sentido de que ningún instrumento “destaque” por sobre el resto.
Todo esto nos da una gran entrada para Brain Damage [Daño cerebral], pieza clave para la cual hay que remontarse a la historia de Syd Barret. La lírica describe que “and if the band you’re in starts playing different tunes/ I’ll see you on the dark side of the moon” [y si la banda en la que estás empieza a tocar diferentes melodías –que era lo que pasaba con Syd - / te veré en el lado oscuro de la luna]. Esto es tenebroso, ya que si Syd se volvió loco, ¿es ese el lado oscuro de la luna? ¿hemos estado escuchando lo que es el lado “claro” de la luna y nos quieren acercar de a poco al lado oscuro?; ¿por qué es el “lado oscuro”? ¿porque es aquel que nadie quiere ver y la sociedad ignora? Tal vez la llamada ‘locura’ sea un estado superior a la media condición normal humana que jamás entenderemos y por ese mismo motivo no la podemos juzgar. La confusión se agranda cuando escuchamos a alguien que dice “No puedo pensar en nada para decir excepto… que creo que es maravillosa ja ja ja” [I can’t think anything to say except… I think it’s marvellous ja ja ja]. La atmósfera hecha por pocas notas en la guitarra de Gilmour ambienta muy bien y tiene una cierta remisión a ‘Dear Prudence’, de The Beatles – recordemos David es un devoto fan  de los cuatro de Liverpool.
Pero faltaba un tema para cerrar esta obra maestra, y Waters sacó Eclipse de la galera. Una canción armada a partir de varios teclados y una estructura similar en todos los versos. También, en orden de volver a empezar, hay una referencia a la letra de ‘Breathe (in the air)’. Es una gran pieza de cierre, porque va describiendo que todo lo que hagamos, digamos, tengamos, pensemos, actuemos está en sintonía bajo la misma línea, pero… ¿Qué pasa si todo eso está eclipsado? Significa que automáticamente todos pasamos a estar en el lado oscuro, y quienes estaban en ese otro lado, van a parar al lado claro o brillante. Será que en el fondo todos estamos locos, y a quienes discriminamos por estar locos tal vez la tengan mucho más clara que nosotros. Para hacer un cierre todavía más genial, se incluye la frase más increíble posible para la ocasión: de parte de Gerry O’Driscoll, el portero de los estudios Abbey Road, que dijo “No hay lado oscuro de la luna, realmente. De hecho, es toda oscura” [There’s no dark side of the moon, really. Matter of fact is all dark].
            Y es lo mejor que se podría haber selecto –quedó descartada la voz de Paul McCartney – porque rompe con todo lo anteriormente dicho en el disco, y aun así encaja. No hay un lado oscuro, todo es oscuro. Locos, normales, violentos, pacíficos, de izquierda, de derecha, todos dentro de la misma bolsa. Todos en un mundo loco sin escape. Por eso toda la banda canta a coro al final, mientras el corazón otra vez se hace presente para finalizar de una vez esta maravillosa placa.
Cerrando la tapa se continúa el espectro que pasa por un prisma invertido para volver a ser luz. Fue un lindo viaje por el lado oscuro de la luna…
Desde ya que el disco fue un absoluto éxito. Esto puede atribuirse a varias causas: por supuesto la genialidad de las composiciones; pero también creo por la unión entre los cuatro músicos a hacer un disco en conjunto –al revés de las composiciones de Atom Heart Mother -, un equilibrio muy logrado entre temas vocales e instrumentales; una tapa muy llamativa y eficaz, el increíble apoyo de la discográfica en el exterior (teniendo en cuenta la máquina chupasangre que es EMI Records); y porque la opinión pública lo declara como un gran disco para tener sexo. En números fríos: se ha mantenido 763 semanas en el ránking 200 de Billboard y ha vendido más de 50 millones de copias (imagínense si la música no se pudiera descargar). Como curiosidad final, quisiera mencionar el efecto “Dark Side of the Rainbow”, que consiste en poner el disco al mismo tiempo que la película “El Mago de Oz” (1939) y la música va ambientando lo que sucede y describiéndolo también (!) – aunque según los músicos esto no fue más que una coincidencia.
En fin, hemos tenido un viaje sonoro y mental de otras épocas pero inoxidable en el tiempo. Surcando la galaxia del hombre, Pink Floyd nos llevó por todos los rincones humanos relacionados con la vida, la muerte, los miedos, el día a día; demostrando que todo lo dicho y hecho de una forma u otra cierra en un gran y esplendoroso círculo… como la vida misma.




[1] Pido disculpas al lector que no soporta ver las traducciones pero no tengo porqué subestimar a aquellos que no saben inglés

Análisis de Discos V: Dark Side of the Moon [primera parte]


¿Por dónde se empieza a hablar de un disco del que ya se habló tanto? ¿Cómo evitar repetirse después de tanto palabrerío a lo largo de los años? Bueno, en principio sería correcto aclarar el porqué de este análisis de este disco en particular, que no es menor; y es porque –suenen bombos y platillos – se cumplieron 40 años de la salida de Dark Side of the Moon, de Pink Floyd. Esta gema, joya única del Rock Universal ha superado casi sin complejos las 4 décadas que le sucedieron y se mantiene inobjetablemente en vigencia – pero este último porqué lo veremos más adelante. Así que, al mismo estilo con el que abordamos ‘In Thought the Out Door’, de Led Zeppelin y ‘Vida’, de Sui Generis, nos abocamos al análisis de esta perla. Lo que sí, trataremos de darle un enfoque nuevo, un tanto más contemporáneo para no quedarnos atrapados en relojes sin sentido.
            Pero antes, situémonos sí en el contexto pasado para entender esto. En Historia general, Inglaterra ya venía con algún que otro problema. Ya durante Enero de 1972 había sucedido el trágico ‘Bloody Sunday’ [Domingo sangriento], donde un grupo de manifestantes que bogaban por los Derechos Civiles en Irlanda del Norte fueron atacados por las Fuerzas Armadas Británicas, dejando un saldo de 14 muertos y más de 30 heridos. En el medio, el primer ministro Edward Heath tuvo que vérselas con numerosas huelgas con numerosas huelgas de empresas estatales (puertos, ferrocarriles); sin embargo se vio beneficiado por la entrada  del Reino Unido a la Comunidad Económica Europea (CEE) y el voto de los ciudadanos de Irlanda del Norte a favor de pertenecer al R.U. en vez de sumarse a Irlanda (es curiosa la historia, ¿no?)
            Por otro lado, si bien 1973 es un año increíble para la música Rock, ‘DSotM’ daría el puntapié inicial para que esto sucediera. En los mismos 12 meses saldrían producciones tales como: ‘Quadrophenia’, de los Who; ‘Selling England by a pound’  [Vendiendo Inglaterra por una libra], de Genesis; ‘Band on the Run’ [Banda en el camino], de Paul McCartney and the Wings; ‘Goats Head Soup’ [Sopa de cabeza de cabra], de The Rolling Stones; ‘Tubular Bells’ [Campanas tubulares], de Mike Oldfield; y ‘Houses of the Holy’, de Led Zeppelin (que en mi opinión se quedaría un poquitín atrás); entre otros grandes discos.
            Ya el año pasado habían aparecido ‘Machine Head’ [Cabeza de máquina], de Deep Purple; ‘The Rise and Fall of Ziggy Stardust and the Spiders from Mars’ [El ascenso y caída de Ziggy Stardust y las Arañas de Marte], David Bowie y ‘Exile on Main Street’ [Exilio en la calle central], de The Rolling Stones, entre otros. Con lo que el panorama general venía subiendo en globo, y Pink Floyd se iba a encargar de ponerle el moño.
            En tanto, la banda inglesa (conformada por David Gilmour en guitarras y voz; Roger Waters en bajo y voz; Richard Wright en teclados y voz; y Nick Mason en batería y percusión) también venía creciendo a grandes pasos. Ya estaban embarcados en la odisea de hacer música interpretado –exitosamente– por un ballet, dirigido por Roland Petit; y su aspiración musical lo había llevado tan alto que habían logrado que una sola canción ocupara toda una cara de su último Lp, ‘Meddle’. Esta canción, que mostraba sintéticamente a dónde apuntaba el conjunto, era ‘Echoes’. Admitido por el propio Gilmour, la misma sumaba todos los arreglos musicales y vocales que querían, sin reparar necesariamente en cuánto duraba el tema o si era apropiado para la radio o no. La misma después sería filmada en la película ‘Pink Floyd at Pompeii’, en vivo en el anfiteatro bajo el Vesubio, dirigido por Adrian Maben.  Floyd ya tenía guardado un cierto respeto y una cierta fama que podían usar sin tener que preocuparse demasiado por las ventas.
            A su vez, se dedicaron a realizar otro Lp –tal vez un poco relegado – denominado ‘Obscured by clouds’. La misma pieza es una banda sonora de la película francesa ‘La Vallée’ [El valle], de Berbet Schroeder (con quien la banda ya había cooperado con la banda de sonido de ‘More’). Esta placa, aunque parezca menor, terminó ejecutando un extraño doble efecto: por un lado, los críticos se las ensañaron con el álbum y los músicos –a tal punto que los propios compositores lo terminaron mirando medio mal –, en cambio el público lo compró de todas formas. Ninguna de las 2 cosas terminaron de caer bien en la banda. En entrevistas a la prensa, David Gilmour se lamentaría comentando que la audiencia a veces está ciega, e igual aplauden un buen que un mal concierto, o compran un buen o un mal disco, impresionados por la fama del grupo, sin análisis crítico, pensando que por ser ellos no pueden hacer nada malo y todo tiene que ser mejor que lo anterior. Esto, aunque parezca colgado, tendrá un importante efecto a futuro. Porque desnudo –quizá por primera vez totalmente – los miedos y las preocupaciones por parte de los artistas. Entretanto, las continuas giras alrededor del mundo seguían, y cualquiera podía sentir el cansancio, la exigencia, las presiones.
            Es entonces que esta combinación de factores se sumaría. Entre la maldición de satisfacer al público, seguir los estatutos del sistema, el panorama nacional e internacional, su situación personal, y el ambiente musical que se desarrollaba iba a re-guiar las ambiciones de los cuatro. Quiero agregar que, frente a lo que vendría, estuvo muy presente la capacidad de Pink Floyd de adaptarse a los tiempos musicales que tenían delante (ya fuera la psicodelia de fines de los ’60; el rock progresivo de los ’70; o el rock/pop de fines de los ’70 y principios de los ’80), porque supieron dar a tiempo el salto necesario hacia una nueva música, sin dejar atrás la que habían hecho, ligados a su último hijo. De aquí en más la historia es conocida: reunidos en la casa de Nick Mason, Roger Waters tomó un anotador y escribió todas aquellas cosas a las que les tenían miedo o estresaban: la muerte, el paso del tiempo, la locura, la necesidad del dinero; para luego desarrollarlas… El resultado haría historia.
Es preciso destacar que, dentro de todo, el año previo a la edición del disco (1972), sucederían bastantes cosas que condicionaron o se relacionaron con el álbum en forma indirecta. Es notable que, pese a anotar las cosas del sistema que le molestaban, todos los Floyd estaban bien en relaciones familiares. Y también que, más allá del mensaje que luego se desarrollaría, Waters más tarde haya declarado que la idea con Dark Side era que se volvieran “ricos y famosos”.
            Pero yendo a lo que atañe directamente; los muchachos lo desarrollarían durante todo 1972, en formato vivo. Es así también que durante este año, más copias piratas para de Pink Floyd hubo. Con lo que es comprensible que si tuvo un buen aceptación en vivo, lo tuviera en formato estudio –podría no haber pasado pero en este caso claramente influyó. La gira durante la cual a priori se presentó fue “Dark Side of the Moon, a piece of assorted lunatics” [El lado oscuro de la Luna, una pieza de variados lunáticos], aunque también varió con el título “Eclipse” –con el que originalmente se iba a llamar el álbum. Curiosamente, al momento de presentarlo a la prensa (Febrero del ’72) a estos no les fue muy novedoso y rápidamente se aburrieron (a veces la distancia entre un periodista de Rock y un músico es tan grande como decir y hacer); algo de lo que se arrepentirían más tarde.
Párrafo aparte, es importantísimo rescatar aquí la cuasi fantasmal presencia de Syd Barret. Nacido Roger Keith Barret, el oriundo de Cambridge había sido el alma y principal compositor, amparado bajo esa gran aura que tenía, según todos los que lo conocieron. Pero esto fue hasta Abril del ’68, cuando un estado mental y de salud general deteriorado comenzó a recabar profundamente en él. Recitales donde estaba totalmente ido y colgado, comportándose extrañamente, y rodeado de gente –no sus compañeros de banda – que le suministraban droga constantemente –sobre todo LSD –, tal vez esperando que por ella al genio le saliera alguna genialidad. Sucedió todo lo contrario. A la larga no sólo Barret se fue, sino que sus 2 álbumes ‘The Madcap laughts’ y ‘Barret’ (en los que colaboraron Roger y Rick) fueron muy criticados… En el Rock hay muchas injusticias, pero como esta, muy pocas.
Volviendo, pasemos de una buena vez al disco. Este, como todos sabemos, se llama “Dark Side of the Moon” ó “El lado oscuro de la Luna”. Pero, ¿qué es el lado oscuro de la luna? ¿Es una contradicción? ¿Es una metáfora? Pensemos en la luna: ese único punto claro en la oscuridad de la noche, esa redonda belleza retratada tantas veces en canciones, poesías y pinturas. Ahora, teniendo en cuenta que el álbum tiene un tinte muy humanista, transfigurémonos nosotros mismos en la luna. Nosotros, rodeados de oscuridad, en un mundo que no te comprende, que no te entiende, que impone reglas, que te hace creer que estás solo. Entonces, si somos nosotros los únicos que brillamos o somos diferentes en este mundo indiferente; significa que, por más que lo evitemos, también tenemos un lado oscuro.
O también podría verse así si en el medio de la oscuridad es el sistema el que aparece como único faro, ofreciéndote vida fácil y felicidad (artificial) en el medio de la rutina diaria, es lógico pensar que tiene un lado oscuro… como finalmente se verá.
(Quisiera agregar como dato de color que este título ya lo había usado otra banda en un álbum , pero al ser un fracaso comercial, se pudo volver a usar sin problemas).
Frente a nosotros, la tapa. Esta corresponde a una gran obra de Storm Thorgerson, trabajador de la mítica firma ‘Hipgnosis’. Para la misma, había tomado consejo del propio Wright que le había dicho de necesitar algo “simple y gráfico”; con lo que se abocó a la tarea concluyendo en siete trabajos, entre los que se encontraban una imagen de ‘Silver Surfer’ [El Surfista Plateado] y la que finalmente quedó (él mismo no recuerda las otras variantes).
Esta idea surge de varios lados: en un principio, el histórico y clásico juego de luces en vivo de Pink Floyd, el cual era cada vez más avanzado. Por otro lado, otra idea que venía trabajando Storm para otro disco, donde proyectaba planetas. Para cerrarla, se fue personalmente a El Cairo, Egipto, a tomar fotos de las pirámides que según él eran una visión cósmica del planeta, pero también una demostración de soberbia, demostración de poder y vanidad. Las fotos aparecen con la luna llena, en una clara referencia a la tapa (lo que logró tras sobornar a los de seguridad).
Aun así, es muy interesante ver cómo incluso en el prisma se puede jugar con la metáfora conceptual del disco. Es el prisma, aquello oscuro pero perfecto a la vista, lo que nos puede desnudar en mil colores distintos, dejando entrever que todo lo que es o se forma de luz, contiene matices. Tal vez el propio disco es el prisma, el que viene a mostrar que aquello que parece perfecto, en realidad está compuesto de mierda. El sistema es así y muchas veces nuestra vida es así. Muchas veces una cosa transforma a la otra para que sea así. Finalmente ese rayo de luz clara es algo más, mucho más de lo que parece.
            Aunque también, no tomando el lado negativo, sea ver un poco más allá de nuestras vidas y ver qué colores la componen. Total, como también muestra el dibujo, no hay en sí blancos o negros –que es la ausencia de luz – sino sencillamente una gama de tonos a respetar, ver y disfrutar. Depende qué cara se mire.
Desde ya que el efecto en la banda fue inmediato. En el estudio 3 de Abbey Road, el diseñador se los presentó al resto de los muchachos que, sin reparar en las demás, se lanzaron contra ella. Vanos e inútiles fueron los intentos del pobre Storm para hacer que vieran el resto, el prisma sencillamente los fascinó; incluso se limitaron a contestar “No nos vamos a fijar, nos tenemos que ir a hacer un disco”. Es que sí, cualquiera que quiera una tapa y no salir en ella, sea el disco que sea, la elegiría. A simple vista es hermosa, cómo algo tan pequeño y simple como un prisma puede hacer ver algo tan bello; juntando luz, oscuridad, y colores al mismo tiempo; mezclando la oscuridad del lado y la claridad de la luna. Waters se encargaría más tarde de hacer seguir el espectro en el interior de dicha placa, con el verde funcionando a ‘beat’ de corazón, en un adelanto de lo que vendría.