jueves, 29 de noviembre de 2012

Análisis de discos IV: Vida

Finalmente llegó. Ya había analizado algún disco de la carrera del Flaco, de Pappo y Led Zeppelin, faltaba aquel que fuera de otro de mis ídolos musicales: Charly García. Y celebrando que se cumplen 40 años de este disco en el mundo, decidí tirarme al análisis de este.


Contexto internacional
Empecemos por donde corresponde, el contexto. Y como en cualquier examen, corresponde ir de lo general a lo particular. Corría el año 1972, y el mundo, en su sana costumbre, no dejaba de autodestruirse. Había más de una dictadura a lo largo del mundo, ataques de grupos como el ETA, se desarrolla el famoso Bloody Sunday en Irlanda y continuaba la carrera espacial (o ‘Guerra de las Galaxias’) entre USA y la URSS.
A nivel Rock, varios clásicos desembarcaban en el mundo: ‘Machine Head’, de Deep Purple; ‘Transformers’, de Lou Reed; el simple ‘Pink Moon’, de Nick Drake; y 2 álbumes fundamentales: ‘The Rise and Fall of Ziggy Stardust and the Spiders from Mars’, de David Bowie; y el recientemente remasterizado ‘Exile on Main Street’, de The Rolling Stones. Y por lo menos el año pasado ya habían saltado al mercado ‘RAM’, de Paul McCartney; ‘Aqualung’, de Jethro Tull; ‘Sticky Fingers’, de los mismos Stones; ‘Who’s Next’, de The Who; y ‘Meddle’, de Pink Floyd. O sea que desde afuera, la mano venía seria.
Contexto nacional
Por otro lado, en Argentina la mano no venía mucho mejor. Aún estaba Lanusse en el poder, con lo que el encierro, la persecución y la represión aún se podían sentir en el ambiente. En tanto, Montoneros y el E.R.P. seguían en lucha constante matando al Jefe del Segundo Cuerpo del Ejército Juan Carlos Sánchez, por ejemplo; el Ejército contestaba con la Massacre de Trelew. Para hacer más loca esta ensalada, Perón volvía al país de su exilio dando la candidatura de Cámpora, para luego volverse a ir. En definitiva, el país en su acostumbrada turbulencia, mucha muerte por todos lados.
El Rock Argentino, jamás ajeno a la situación –contrariamente a lo que sucede hoy en día -, se encargó muy bien de reflejar la misma, tanto intencionalmente como no. Se pondrían de manifiesto letras como “Pueblo Nuestro que estás en la Tierra”, de Pedro y Pablo; y “Sudamérica”, de Arcoíris. Comienzan a salir los primeros álbumes de las bandas derivadas de Almendra: Aquelarre (homónimo), Color Humano (homónimo), Pescado Rabioso (Desatomentándonos); y otros como ‘Vida y Vida de Sebastián’, de Vivencia. Vox Dei editaría otro clásico como ‘Jeremías Pies de plomo’; Piero sacaba ‘Coplas de mi país’ y Pappo volvería de Inglaterra para grabar el increíble ‘Pappo’s Blues Vol. 2’. Otra cosa rescatable estaba en el arte de tapas como el de ‘Descarga’, de Tótem; o ‘Rock de las Heridas’, de Piel de Pueblo. Para colmo, ese año moría Tanguito arrollado por un tren y se llevaba a cabo el famoso “Rompan todo”, de La Pesada del Rock and Roll en el Luna Park, aunque este último punto está sujeto a discusión. Pero sin lugar a dudas la violencia estaba en el ambiente y el Rock no iba a estar dispuesto a quedarse afuera, sino a dar batalla.
Sui Generis
La vida de Charly García no era ni un poco ajeno a esto. Sui Generis la venía remando por lo menos desde 1968 tratando de sacar algún lugar en teatritos y colegios. Pero como la cosa no marchaba, muchos de ellos (Juan Bellia, Carlos Piégari, Alejandro Correa y Beto Rodríguez) fueron emigrando. La banda salida del colegio Dámaso Centeno, de Caballito; fusión de otras dos llamadas ‘To Walk Spanish’ y ‘The Century Indignation’ –bandas de Charly y Nito, respectivamente-, y cuyo nombre salió del nombre de una montaña, parecía encontrarse más muerta que viva. Entre otras cosas, porque una buena porción de padres (sobre todo la de Nito) se oponían a que sus hijos se dedicaran a la música, o mejor dicho, que ‘se caguen de hambre’. Aunque si faltaba algo más faltaba, llegó lo peor: a Charly le cayó la colimba.
Esto aceleró las cosas – para mal. Sui Generis pasó a ser un punto muerto, casi literalmente. Si bien finalmente García pudo zafarse después de 2 meses (y se vendría con una perlita bajo el brazo), encontró las cosas peor que como las dejó: el único que seguía en pie era Nito.
Tiempo más tarde, a causa de estar grande y tener que buscar lugar propio, potenciado por las peleas con su papá, Charly emigraría a un departamentito ya emparejado con María Rosa Yorio a quien había conocido gracias a las presentaciones en el teatro ABC. Es así que el pianista se va a buscar una oportunidad a las discográficas. Cabe y mucho aclarar que esto tampoco fue fácil: los directivos de estas empresas, asquerosos como siempre, le reclamaban poner determinadas canciones comerciales del otro lado del Lp, cosa a la que García se negaba terminantemente (llegó a salir llorando de una entrevista con Lalo Fransen, de RCA). Quisiéramos destacar también lo que simboliza esta situación: si bien hoy sabemos que el disco fue un éxito, en esa época poder adivinarlo era dificilísimo y probablemente nadie se lo imaginaba seriamente. Por eso plasmamos la venturosidad tanto de Charly como de Nito a la hora de decidir qué hacer con su trabajo. Ante la posibilidad de quedar pobres, la siguieron remando. Un ejemplo.
No va a ser entonces hasta que el gordo Pierre Bayona (más conocido como “Pierre, el vitricida”) los contacte con Jorge Álvarez (prócer no reconocido de nuestro Rock), dueño del sello Talent, anexo de Microfón, que ya había editado a más bandas. Álvarez en principio no se mostraba muy convencido pero Bayona conectó los cables justos. “El álbum se lo grabaron casi de lástima” llegó a declarar MRY. Con la participación de Alejandro Medina y Cludio Gabis (ambos ex – Manal y pertenecientes a La Pesada), el disco se grabó en los estudios Phonalex. E incluso allí mismo la pasaron un toque mal; Nito afirmaba que cantaba las canciones y al otro lado de la vidriera se le reían por su “rock blandito”.
En fin, todo este clima de violencia, inestabilidad, tensión y represión es para hacer notar cómo el grupo irrumpiría en el mundo dándole a su primer Long play un título tal como Vida. Esto da lugar a varias lecturas: mostrar cómo es y era la vida a partir de las canciones que contenía este LP; o en código de mensaje diciendo: Hermano, acá hay esperanza, acá hay vida. El marco de la tapa es de un color pardo bordó, un poco más oscura que la sangre. La foto central aparece con los chicos entre sombras, en blanco y negro, en una construcción de la calle Medrano. A su vez, en la contratapa, aparecen ellos entre edificios de la calle Vidt –donde vivía Charly – como si fueran ángeles o presencias (¿muertos después de vida?) pero sonriendo al fin.
Si tuviéramos que definir a este disco en una palabra sería “adolescente”. ‘Vida’ es un disco adolescente. Y no por falta de elaboración (todo lo contrario). Pero sí porque describe el mundo desde un punto de vista muy juvenil, casi en las palabras exactas que todo puberto quisiera escuchar. De hecho, en lo personal considero a Sui Generis como la banda que toda persona de entre 13 y 18 años debería escuchar. Y eso que Charly tenía 21 ya.
El disco toca muchos temas que florecen o se vuelven más palpables a esta edad: el amor, la amistad, la madurez, las relaciones humana, la mentira, la hipocresía, las decepciones, el desengaño. En una frase, todo lo que constituye la vida.
Todas las composiciones, exceptuando una coproducida, son de Charly García (que en ese momento firmaba como Charlie García). No sabemos si por paja o falta de inspiración de Nito; o porque el bicolor necesitaba expresarse a toda costa, pero lo cierto es que predomina la pluma y música del pianista. A partir de acá se hace evidente por qué el piano está tan armado y suena con ciertos matices clásicos (no olvidemos que con esa música se formó Carlitos). Pero vamos a lo importante: las canciones.
Las canciones
Es así que, como si quisiera tomarnos el pelo desde el principio, el grupo inaugura “Vida” con… ‘Canción para mi muerte’. Una pieza que se transformará en un clásico, que Charly había compuesto nada menos que durante su estadía en la colimba (la ‘perlita’ que antes mencionamos) después de haberse empastillado mal y haber tenido una visión de un ángel durante un segundo. Es allí donde relata toda su vida como si ya se supiera próximo a irse para siempre (sensación que seguramente experimentó). Quisiera resaltar la metáfora empleada para expresar el dejar morir de pie al protagonista a la hora de usar el “sólo me quiero arreglar”. Si se va a ir, al menos va a hacerlo bien. Para tener en cuenta.
A continuación, ‘Necesito’ donde los chicos reclaman por la presencia de alguien que tenga de todo un poco: envestida en forma de mujer, alguien con corazón de madre, ternura de abuela, energía de amante, amor de compañera. Que lo libere de sus problemas pero que lo haga reparar en mínimos detalles (¿allí donde la felicidad se encuentra?). Una figura idílica que es un poco deseo de todos, utopía difícil de encontrar.
Sigue con ‘Dime quién me lo robó’, que bien podría ser el resumen de un diario íntimo. El relato de la escuela primario – católica, el banco, el patio, el barrio, hasta que el protagonista se da cuenta que ha crecido y necesita llevar una vida a cabo. Es allí donde trata de encarar una relación con su amada y ésta, concretando el miedo de todo varón enamorado, lo rechaza. Pero luego nos daremos cuenta que estos no son sino recuerdos de alguien a quien todos esos deseos y esperanzas le fueron arrebatados. No encuentra salida ni cosa en la que confiar ni por dónde escapar, por lo que quiere saber quién se lo robó. Es muy ingeniosa la expresión porque no es que lo perdió ni se dejó estar, se lo robaron. ¿Quién? ¿La sociedad? ¿La gente? ¿O la ‘vida’?
Acá arranca una zona donde los muchachos dejan a un lado el costado tan personalista que venía teniendo el disco para empezar a contar historias. La primera mezcla un poco de ambos y es ‘Estación’, una simple historia de amor de verano narrada en tercera persona, acompañada por una hermosa flauta dulce; el tema más corto del disco. Mas de inmediato salta a algo que parece descolocado como ‘Toma dos blues’, un blues que le había pedido La Pesada a cambio de sus participaciones en el disco. A través de esto, García parecería estar contestando a una pregunta como “¿Querés un blues? Toma dos blues”. Con un letra simple (como el blues), donde el personaje parece estar –una vez al menos – más acompañado; para que luego todos los instrumentos [bajo, guitarra, batería, armónica e incluso el violín (!) de ) destaquen.
Pero si de historias vamos a hablar, nada como las dos que se vienen. La primera es ‘Natalio Ruiz, el hombrecito del sombrero gris’, el único tema co-escrito… con Carlos Piégari. La breve historia de un hombre de la Recoleta que ya no está más (¿desaparecido?), pero que sirve para describir a un típico personaje de la alcurnia porteña (cualquier similitud con la realidad contemporánea no es pura coincidencia). No hay que olvidar que García es un tipo que a pesar de vivir en Palermo le sobra calle y bien podría haber percibido a personajes como este.
Mejor salgamos del aburrimiento y pasemos a la segunda historia: ‘Mariel y el Capitán’. Una historia trágica, donde la envidia de las demás mujeres hacia Mariel logra matar el amor entre estos 2 personas cortando las cuerdas del ascensor del edificio donde vive el buen hombre. Bien emo la cosa.
Pasando a otra sub-parte del disco, entramos en mi favorita. Comienza con ‘Amigo, vuelve a casa pronto’, a mi gusto uno de los temas más trabajados. Tiene un aire a texto de carta enviado a alguien lejana, pero querido y anhelado, en una versión más realista de ‘Necesito’. Con solo mediante, la canción atraviesa un vuelco temporal y al regreso de la letra, aquel parece estar más cerca, dispuesto a atravesar con su hermano los tiempos turbulentos que se le aproximan (algo que a todos, todos nos debería pasar cuando nosotros o algún ser querido pase malos tragos).
A todo esto, pasamos a una sección acústica muy linda con “Quizás, por qué”. Una pieza que deslumbra por su sencillez, pero ahí es donde desembarca su genialidad. Ya sabemos que para que algo sea bueno no necesariamente tiene que ser complejo, y los Beatles se cansaron de demostrar esto. Aquí, el autor pone de manifiesto todos sus pensamientos frente a un sujeto amoroso, describiéndole todos sus defectos y debilidades, su pobreza y escasez humana, pero con una profundísima honestidad. Porque todo eso hace al espíritu de la canción: la humildad. Es una canción humilde, y es gracias a eso que el sujeto amoroso está hoy en su lecho.
Ya acercándonos al final, nos encontramos con un temazo: ‘Cuando comenzamos a nacer’. Una breve reseña de la vida de cualquiera. Describiendo cómo nos encierran, nos esconden, nos mienten, nos enseñan a tirar nuestros ideales abajo, nos denigran, nos discriminan. Todo para mantener un orden y canon social de mierda que no hace otra cosa que pudrir a quien esté inserto (y a quien no, también). Por eso Sui Generis lo plantea desde el primer disco, desde la primera frase. Todo es un continuado explicando claramente qué es lo que hace mucha gente y con ellos mismos. Una última interpretación categórica.
Como cierre, la breve interpretación de ‘Posludio’, una palabra que no existe pero claramente se opone a preludio. Un instrumental que sí existe, pero que lamentablemente pasa desapercibido. Lástima, vale la pena. Aparece como algo que marca el final de la vida, donde ya no queda voz, sino algo de él en el ambiente, que configura la salida final.
Conclusiones
Y también marca el final de todo. Acabás de pasar por algo más de media hora donde 2 pibitos, con una guitarra, un piano y una flautita te pintaron la vida. Es muy posible que te hayas sentido identificado. Bien, era la intención.
Al disco no se le puede recriminar mucho más. Tal vez suene un poco bajo, pero en su momento no importó para que la placa llegase a vender 80.000 copias y sonara todo el tiempo en la radio, llegando a hacer que los chicos aparecieran en el documental “Rock hasta que se ponga el Sol”, generando la envidia de más de un rockero “pesado”. En definitiva, un disco bello pero triste, simple pero disfrutable (un poco como The Beatles, si lo pensamos bien) para sumar otra joya a nuestra música nacional. Que sea Rock

miércoles, 21 de noviembre de 2012

¿Qué ves?

Últimamente una hermosa costumbre de sacar a pasear a mi perra me hizo reparar en un hecho que puede parecer insignificante y hasta boludo, pero está bueno.
Cualquiera que haya visto un perro paseando por la calle una vez en su vida, sabe perfectamente que va mirando/oliendo el piso y cada p*to árbol que se le cruce en el camino. Mea, caga, y cosas hermosas...
Ahora, lo que me llamó la atención es que, justamente, a veces sencillamente mi perra se pone a husmear u oler en lugares donde simplemente... no hay nada. Mi mascota podrá estar vieja pero más de una vez nos demostró que de estúpida no tenía un pelo. Entonces, es entre curioso y raro que de repente se detenga en una baldosa totalmente limpia. Y es ahí donde se me ocurre que nosotros, humanos, cuántas (cuántas!) cosas nos pasarán desapercibidas solamente porque no las percibimos de inmediato, porque no las captamos al instante, por ser demasiado chicas, o demasiado grandes. 
Por eso creo que es preciso que tratemos de adoptar una actitud semejante, pero en el sentido de no dejar pasar nada por más insignificante, burdo, estúpido o inútil que parezca. Es verdad, no nos va a servir absolutamente todo, pero siempre creo que de todo se puede sacar algo, una enseñanza, algo positivo. Ya Gieco afirmaba "Casi casi nadame resulta pasajero/ todo aprendo de mis sueños". Bueno, yo propongo algo parecido, por no decir igual. Al menos en la observación de nuestro paisaje cotidiano, estoy seguro que algo nuevo vamos a aprender, o nos llevará a pensar otra cosa. Como me sucedió a mi con mi perra.

domingo, 18 de noviembre de 2012

Celebration Day

Previamente, quisiéramos saludar desde este espacio a mi viejo, que de no haber sido por él esto nunca hubiera pasado. Grande, pá.

Llegué sobre la hora. Más allá de que me parecía muy injusto que semejante film se proyectara sólo 3 días, y que las entradas estuvieran agotadas antes del estreno -cosa bastante lógica-, el haber estado en Facebook en el momento indicado me dio la posibilidad de poder disfrutar de algo que venía esperando hace rato. 
Y casi me lo pierdo. No suelo calcular mal las demoras, pero esta vez fue la excepción y casi lo pago muy caro -más caro aún que la propia entrada-.
Llegamos con un amigo, y ya se estaba proyectando una toma que a su vez mostraba, en la pantalla del O2, propaganda vieja, como de 1969/70. Y ahí ruge el Rock. Explota "Good Times, Bad Times" y yo me pregunto cómo hicieron para incluir este tema de la vieja época, el primero de todos, dentro de la lista. Seguramente porque fue el primerísimo, el que marcó el gran comienzo. Tiene sentido, mucho. Y me imagino cómo les habrá dado un vuelco el corazón a aquellos que los vieron en vivo, allá, de regreso, hace 5 años.
Hace 5 años yo no sabía lo que era un Zeppelin, o peor, este Zeppelin. Con suerte si sabía de la existencia de una escalera al cielo, pero nada más. Hoy en día me late a mil por hora ver estas imágenes. Son viejas, ya lo sé, pero se siente la magia en el aire. Están ahí, aquí están, éstos son. 
Sigue una pieza que yo siempre me imaginé que la quería escuchar en vivo, "Ramble On". Sobre todo por la mezcla acústica/eléctrica, el efecto de la batería, el magnífico bajo de Jones y la excelente letra que contiene. Puede ser que se lo vea a Page un poquitín lento, pero no importa sinceramente. Sigue tocando como un maestro. 
Y hablando de ver, la calidad visual es increíble. Veo -miope y todo- muy, muy bien. Y el sonido envolvente, más allá de la magia que desprenden sus notas, es inconmesurablemente bueno. Definitivamente la voy a pasar bien. La versión que escuché sonó muy linda. Pero es la hora de los clásicos, ellos ya están acá y mucho tiempo no tienen, así que "Black Dog" se hace presente. Ah, desde aquí también queremos rescatar que finalmente se le hizo justicia a John Paul Jones. Si uno se fija en videos antiguos, o los mismos Dvd's, se puede dar cuenta que al pobre Jonesy no lo enfocan casi nunca. Mal, por más que sea bajista no desmerece en absoluto -todo lo contrario. 
Con el público cantando (el virtual y el real), pasamos a una pieza que me sorprendió que seleccionaran, sobre todo por la dificultad de la misma. Esto quiere decir 2 cosas: primero, que los muchachos tienen huevos, porque interpretarla en vivo con sesentaypico de años no es fácil; y segundo, que realmente querían demostrar donde estaban. Y por más que sea un cover, "Im my Time of Dying" suena excelente, con el slide bien a punto, el bajo sin trastes y la base sonando.
Qué grande Jason, se la re bancó. Yo sé que Bonzo está sonriendo desde alguna parte del cielo, viendo a su retoño tocar con sus amigos. No era la primera vez que lo hacía, es cierto, pero no tiene nada que ver. Sabiendo con quién y para quienes tocas, no te podés hacer el vivo. Y lo mejor de todo, creo yo que no fue Jason Bonham reemplazando a John Bonham. Fue Jason Bonham señores. Ahí, con los huevos sobre la mesa, un pie en un pedal, el otro en el hi-hat y 2 palos en las manos. Y Say No More.
"Primera vez que tocamos esta canción en vivo, ¡uf! qué nervios". Por fin, por fin "For your Life". Un temazo que pasa desapercibido en Presence. Pero bien, ahí, al palo, un rock/blues potente como debe ser. Y sin medias tintas saltamos a otro clásico, fanky Zeppelin, pero "Trampled Underfoot" suena muy bien también. Es más, diría que fue una de las mejores canciones que sonaron. La capacidad de Jones para tocar está más intacta que la tumba de Tutankamón. Pero más increíble aún es verlo tocar con los pies el bajo. Hace algunos días, Page había declarado en conferencia de prensa que lo que distinguía a Zeppelin de las demás bandas era que cada uno de sus miembros tenía pleno conocimiento de sus instrumentos. Bueno, con Jones se pasa. Un genio, un crack.
Hubo momentos en que seriamente me pareció que estaba en un recital y no en una película. Pero los distintos efectos y enfoques de la misma me lo recordaban paulatinamente, qué lástima. Aunque a no desesperar, porque ya Plant empieza con el típico cantito de "Aah aah ah aaaaah Aah aah ah aaaah" de "Nobody's Fault but Mine" y todos empezamos a corear. Y bien Robert, eh, uno que creía que podía petearla desafinando o desentonando por la edad, nos metió los prejuicios en el tuje. Para colmo, quienes fueron a verlo cuando cayó en Buenos Aires dijeron que cantó re bien. Acá, por si faltara más, toca la armónica.
Sin embargo volvemos a la oscuridad, la penumbra, el hielo seco que caracterizaba a Led y empieza a entonarse "No Quarter". No me parece casualidad, ni un poco, que las canciones a las que contribuyó el Juan Pablo sean las que mejor suenan. Esta versión es sencillamente brillante. 
Y atenti, porque ahora se viene un pack de clásicos. Comienzan las cinco sencillas notas de "Since I've Been Loving You" y Jimmy vuelve a demostrar que la tiene atada. Muy bien Robert que, consciente de sus limitaciones vocales, los gritos que pega son acertados, no son cualquier cosa. Evidentemente atrás de esto hay horas de ensayos (y años de interpretaciones en vivo). 
"Cuando armamos la lista de canciones, dijimos 'hay algunas que tienen que estar'... ésta tenía que estar". Suena el inconfundible bajo de "Dazed and Confused". Es en ese momento que me doy cuenta lo aplastante que fue el debut discográfico de Zep. Ésta, más "Good times...", "You Shook Me", "How Many..." entre otras lograron hacer un discazo. Lamentablemente no puedo ponerme en la onda de la época, pero habrá sido sin dudas un desgarro emocional altísimo. Mientras tanto, Page juega con el arco como un nene. Pero un nene que sabe. Evidentemente la música es divertirse. El chabón va y agarra un caja de efectos y empieza a hacer lo que se le da la gana. Pisa los pedales como insectos, y lo mismo. A esta altura todos están entrados en confianza, como si hiciera falta más. Ya la libertad de poder improvisar sin temor a equivocarse es amplia. 
Pero algún día tenía que llegar. Ese momento, tan esperado, donde nos dieran por primera y única vez, a aquellos que nunca los pudimos ver realmente en vivo, que no tuvimos la suerte de nacer antes, de que nos regalaran una versión en vivo de "Stairway to Heaven". Plant podría haber dicho "There's a lady who's sure" y nada más, el estadio entero podría haberla seguido cantando. Jimmy, doble mástil en mano, se encarga del resto. Y ahí la magia fluye. La entonación, la mística, la rítmica, el "makes me wonder", todo se complementa, hasta la hora del epic solo, donde Mr. Percy agarró la pandereta y ayudó. Uff, qué performance, loco, me voló la cabeza. Es ahí donde te decís "¿y ahora, qué? ¿Qué hacés después de algo como "Escalera al Cielo?"
Bueno, los muchachos no tardaron en contestarme y saltaron a "The Song remains the Same". Obviamente en clave código, porque la canción sigue siendo la misma. Los músicos pasan, los artistas quedan. Y si bien no era una canción que yo hubiera elegido para hacer, la intención es obvia. Pero porque es verdad: la leyenda aún sigue viva.
Y como sigue viva esa leyenda, así también los sucesos de lucha y represión que hoy en día, o al menos hasta hace poco, se distinguían en Gran Bretaña, que quedan plasmados, incluso muchos años después, en "Misty Mountain Hop". Es increíble lo poco que cambian ciertas circunstancias.

Aunque si faltaba algo para llegar al clímax total y absoluto de esta película, llega nada menos que con otro clásico de todos los tiempos: Kashmir. No creo que le hayan pifiado a una sola nota, y lo mejor, es que con la algarabía y la euforia del momento, aún así todo salió bien, hasta para Plant que embocó en los gritos correctos. Sobre todo muy acertados los teclados de Jones, muy conectado con Page.
Los chicos parece que se van... pero no. ¡¿Cómo te vas a ir si falta la gran canción de cierre?! Así es, los muchachos salen a escena con el inoxidable "Whole Lotta Love". Lamentablemente sin improvisación ni middle como creí que iba a pasar, pero tampoco les puedo seguir exigiendo. Hasta acá un show de puta madre, nada que recriminar, ni un poco.
Los pibes se vuelven a ir y yo me quedo pidiéndole a la pantalla (!) "una más, una más por favor" [no, en serio, aun me figuro a mi mismo pidiéndole a una pantalla de cine un tema más]. Me hacen caso y salen al ruedo una vez más con "Rock and Roll" y final con solo de batería de Jason Bonzo Bonham.
La película terminó. Circulan algunos créditos y nada más. Yo estoy satisfecho: el recital fue genial, evidentemente quienes estuvieron ahi disfrutaron de una jornada histórica. El Zeppelin realmente nunca se incendió...
En fin, It's been a long time...but they rock and rolled again.